La escritora alemana publica en España «Hijas de una nueva era», primer título de una trilogía que ha triunfado en Alemania.
Al igual que la vida de sus personajes, la llegada a España de este libro se ha visto vapuleada por los avatares de la historia. «Hijas de una nueva era» (Planeta), primer título de una trilogía que ha triunfado en Alemania, debía haber sido publicado en nuestro país en marzo, pero el virus dio al traste con los planes y forzó a su autora, Carmen Korn, al confinamiento. La primera pregunta, en los tiempos del coronavirus, es obligada. «He pasado los meses escribiendo mi nueva novela –relata–. Vivimos cómodamente, en un gran apartamento en un vecindario tranquilo, cerca del Alster, el gran lago en el centro de Hamburgo. Es bastante soportable. Me temo que ha sido mucho más difícil en Madrid».
—¿Habrá conducido el confinamiento a un aumento en la lectura, o plataformas como Netflix le están dando la puntilla?
—Creo que se ha leído mucho. En Hamburgo, las librerías locales han establecido servicios de entrega en bicicleta para atender la demanda, pero es cierto que cuando escucho acerca de los hábitos de los jóvenes adultos en el círculo de amigos de nuestros hijos, las plataformas audiovisuales juegan un papel muy importante.
—Las «Hijas de una Nueva Era» vivieron cambios sociales, políticos, económicos y culturales. ¿Qué paralelismo hay entre su tiempo y el nuestro?
—La caída de la economía después de la pandemia ha dejado a muchos desempleados, cuellos de botella financieros y quiebras. Eso es bastante paralelo. El pueblo alemán ha sido sorprendentemente disciplinado y los políticos increíblemente flexibles. Sin embargo, vemos manifestaciones de neonazis, opositores a la vacunación y teorías de la conspiración. Desafortunadamente, esto también recuerda a las aberraciones políticas de la década de 1930.
—La vida de las mujeres cambió radicalmente en la primera década del siglo XX. ¿Cuáles son los auténticos desafíos para la mujer europea en el siglo XXI?
—En aquella Alemania, el nuevo Gobierno socialdemócrata abrió el derecho al voto para las mujeres inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, en noviembre de 1918, lo que allanó bastante el camino. Todas las mujeres de la familia de mi madre, por ejemplo, trabajaban incluso si tenían hijos. El cabello y las faldas se hicieron más cortos, signo externo de nuevas libertades. Pero hoy la igualdad salarial entre mujeres y hombres debería ser algo natural ya en todas partes y queda mucho por mejorar en la compatibilidad de la familia y el trabajo. Los países árabes son un campo especial. Y en África solo puedo imaginar una vida mejor para las mujeres a través de la educación.
—Ninguna de las mujeres de su libro podría haber soñado con convertirse en canciller alemana. ¿Cómo evalúa usted la figura política de Angela Merkel?
—Yo no he votado por Merkel, pero tengo que decir que hace un gran trabajo, especialmente en este momento tan difícil. Gobierna con razón y juicio. Y en tiempos como estos, prefiero políticos sin pretensiones. Si miramos a los Estados Unidos, por ejemplo, estoy agradecida por una persona equilibrada como Merkel.
—¿Los personajes están inspirados en sus propias experiencias familiares?
—Sobre todo la figura de Käthe está inspirada en un miembro de mi familia, mi tía abuela Käthe Brulin. No era comunista, sino socialdemócrata, aunque supuso poca diferencia para la Gestapo. Estuvo en peligro mortal, dando pan en secreto a prisioneros de guerra y trabajadores forzados custodiados por las SS. Su esposo Hans fue hecho prisionero. Sobrevivió, pero sufrió deficiencias del habla de por vida como resultado del maltrato por parte de los nazis. También investigué mucho. Soy periodista de formación y concedo gran importancia al hecho de que mis personajes ficticios se muevan en un entorno real. Los grandes hechos históricos están bien documentados pero hay que buscar otras cosas, como por ejemplo de qué métodos anticonceptivos se servían las mujeres entonces. Solo había condones y solo los hombres podían acceder a ellos.
—La ciudad de Hamburgo es otro personaje de la novela. ¿Por qué eligió esta ubicación para la trama y qué significa esta ciudad para usted?
—Hamburgo es mi hogar, la ciudad donde pasé la mayor parte de mi vida, donde aprendí mi trabajo, tuve a mis hijos y los vi crecer. Conozco mejor mi camino aquí. No quiero vivir en ningún otro lugar, aunque todavía tengo mi primera casa en Colonia en mi corazón.
—El argumento corre paralelo a la problemática historia de Alemania en el siglo XX. ¿Qué papel cree que jugará Alemania en la historia europea en el siglo XXI?
—Espero y confío en que siga desempeñando un papel integrador y constructivo en Europa, un efecto calmante. La reconciliación con los vecinos es la base de la paz. Debe ser preservada y fortalecida. Nunca debemos cuestionar a Europa.
—Acabamos de conmemorar el 75 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cree que Alemania tiene ya una relación sana con su propia historia?
—El papel desastroso de Alemania en la primera mitad del siglo XX se ha convertido en el consenso de la gran mayoría. En la posguerra, sobre todo se guardó silencio, pero desde entonces se ha hecho mucho para lidiar con el pasado.
—El mercado editorial europeo es una realidad tangible. ¿Ve fragilidad del proyecto europeo?
—Supongo que los libros continuarán cruzando las fronteras. Sin embargo, también veo muchos disturbios, lo que significa peligros para el proyecto europeo. Preservar nuestra Europa común debería ser una prioridad para todos nosotros.
Libros en el artículo:
- Hijas de una nueva era – Carmen Korn