En la intersección entre la literatura y la sociedad yace un diálogo continuo, donde las palabras de los autores reflejan y a menudo desafían los valores, las normas y las injusticias arraigadas en el tejido social. La literatura, desde tiempos inmemoriales, ha sido un testigo silencioso de los cambios, las luchas y las victorias de la humanidad. Es un espejo en el que la sociedad puede mirarse a sí misma, examinar sus defectos y aspirar a sus ideales más nobles.
Baste como ejemplo un puñado de obras del convulsionado siglo XIX, período tumultuoso en el que las tensiones sociales estaban en constante ebullición.
Los miserables de Víctor Hugo, es una obra maestra de la literatura francesa que sigue la vida de varios personajes, principalmente la de Jean Valjean en el contexto de la Francia del siglo XIX. Víctor Hugo explora temas como la injusticia social, la pobreza, la redención y la lucha por la igualdad.
Germinal de Émile Zola, es parte de la serie Los Rougon-Macquart, los veinte volúmenes que exploran las condiciones sociales en Francia durante el Segundo Imperio. Germinal se centra en la vida de los mineros y sus luchas laborales en el norte de Francia, ofreciendo una poderosa representación de la lucha de clases y las condiciones de trabajo inhumanas.
La literatura no solo refleja como un espejo la realidad, sino que también la moldea. A través de historias poderosas y personajes memorables, los escritores exploran temas universales ofreciendo a los lectores una ventana a diferentes perspectivas y experiencias. En este sentido, la literatura se convierte en un instrumento de empatía y comprensión, permitiendo que personas de distintos trasfondos culturales y sociales se conecten a un nivel humano fundamental. En muchas de ellas nos vemos reflejados a pesar del tiempo que media entre el pasado de su escritura y nuestro presente.
El extranjero de Albert Camus, sigue la historia de Meursault, un hombre francés en Argelia que se enfrenta a la alienación y la falta de conexión con el mundo que lo rodea. A través de su relación con otros personajes, especialmente con el árabe no identificado, la novela explora temas de identidad, pertenencia y desarraigo.
El paciente inglés de Michael Ondaatje, es una novela situada durante la Segunda Guerra Mundial, esta novela sigue la relación entre un enfermo desconocido, con quemaduras en casi la totalidad de su cuerpo y su enfermera canadiense, Hana, en una villa italiana. A medida que se desarrolla la historia, los personajes revelan sus trasfondos culturales y sociales, mientras encuentran consuelo y conexión a pesar de las diferencias.
La literatura no solo refleja la realidad, sino que también la moldea y además nos muestra y demuestra que a pesar del tipo de sociedad en la cual vivimos, hay problemática que nos atañen a todos por igual. Y como si todo eso fuera poco, la literatura también tiene un trasfondo contestatario de manera que no siempre es un reflejo complaciente de la sociedad de ese contexto histórico donde transcurren las historias. En muchos casos, los escritores han desafiado abiertamente las normas establecidas, exponiendo las injusticias y las desigualdades que prevalecen en la sociedad.
Desde las novelas victorianas que criticaban la hipocresía de la clase alta hasta la literatura contemporánea que aborda temas como el racismo, el sexismo y la discriminación, los escritores han utilizado su arte para provocar el cambio y cuestionar el status quo.
Empecemos por el siglo XIX:
Grandes esperanzas de Charles Dickens, critica fuertemente las jerarquías sociales y la hipocresía de la clase alta victoriana. La historia sigue a Pip, un huérfano que aspira a convertirse en un caballero y así ser aceptado por la sociedad, solo para descubrir las falsedades y los secretos de la alta sociedad a medida que avanza en su vida.
En Middlemarch, George Eliot, muestra y examina por medio de la vida de los habitantes de la pequeña ciudad de Middlemarch, las restricciones sociales y las expectativas impuestas por la clase alta victoriana. La novela destaca la hipocresía de las relaciones sociales y las aspiraciones superficiales de la élite.
Retrato de una dama de Henry James, nos sumerge en la historia de Isabel Archer, una joven americana que se casa con un inglés aristocrático. A medida que Isabel se enfrenta a las complejidades y las intrigas de la alta sociedad europea, Henry James revela la superficialidad y la hipocresía que subyace en las relaciones sociales de la época.
Ana Karenina de León Tolstói, nos traslada a la sociedad rusa del siglo XIX, que lejos de la Inglaterra de los autores anteriores, también vive y sobrevive a cuestiones similares respecto de la hipocresía en la clase alta. La novela sigue la vida de Ana Karenina y otros personajes de la aristocracia rusa, explorando las restricciones sociales y las consecuencias de las decisiones tomadas en nombre del honor y la reputación.
Continuemos con el siglo XX y XXI:
Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie, sigue la historia de Ifemelu, una mujer nigeriana que emigra a Estados Unidos para estudiar. A través de la experiencia de Ifemelu, la novela aborda temas de raza, identidad y discriminación tanto en Nigeria como en América.
El color púrpura de Alice Walker, publicada originalmente en 1982, sigue siendo relevante en la discusión sobre el racismo y el sexismo. Ambientada en el sur de Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX, la historia sigue a Celie, una mujer afroamericana que enfrenta la opresión racial y de género.
La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa. Esta novela histórica aborda los últimos días del régimen dictatorial de Rafael Trujillo en la República Dominicana y examina el impacto del poder y la corrupción en la sociedad.
El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez, es una novela que explora las secuelas del narcotráfico en Colombia a través de la historia de un hombre que investiga la vida de un amigo muerto en circunstancias misteriosas.
La literatura anuncia y denuncia desde siempre las vicisitudes de una sociedad siempre convulsionada donde las clases sociales se pliegan a los regímenes totalitarios y se repliegan sobre sí mismas para permitir la supervivencia de los más débiles.
La relación entre la literatura y la sociedad es profunda y multifacética. A través de sus historias, sus personajes y sus ideas, la literatura nos invita a reflexionar sobre quiénes somos, hacia dónde vamos y cómo podemos hacer del mundo un lugar mejor. Es un recordatorio constante de que, aunque puede ser imperfecta, en la sociedad siempre hay espacio para la esperanza, para la resistencia y para el cambio.
La literatura solo pretende convertirse en un arma que nos permita imaginar un futuro mejor y trabajar juntos para hacerlo realidad.
Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
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Libros en el artículo
- Los miserables – Víctor Hugo
- Germinal – Émile Zola
- El extranjero – Albert Camus
- El paciente inglés – Michael Ondaatje
- Grandes esperanzas – Charles Dicken
- Middlemarch – George Eliot
- Retrato de una dama – Henry James
- Ana Karenina – León Tolstói
- Americanah – Chimamanda Ngozi Adichie
- El color púrpura – Alice Walker
- La fiesta del chivo – Mario Vargas Llosa
- El ruido de las cosas al caer – Juan Gabriel Vásquez
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