Cuéntame tus manías

Que los escritores son una raza especial de humanos no caben dudas. Que la escritura es una catarsis para algunos y una necesidad visceral como comer o dormir para otros, a las pruebas me remito o pido el remito de las pruebas a los que osan dedicarse a escribir.
Es que ser escritor y no morir en el intento no es tarea fácil y a veces requiere de ciertos artilugios que le permitan a ese señor o señora de letras sentir que algo lo ata a esta realidad.
Quizás por eso, o porque la rutina tiene el poder de hacernos creer que la repetición avala la cordura, es que muchos han recurrido a ciertas costumbres. Extravagancias dirán unos, manías pensarán otros y no estarán equivocados. Lo cierto es que para un escritor es difícil sentirse bicho de esta tierra y además, tienen que hacer llevadera esa necesidad de escribir cada día.
Algunos lo han hecho en su afán por intentar cierto grado de normalidad, esa que a veces se les escapa de las manos (o ¿de la mente?), otros simplemente por cábala y todos porque poseen una mente angustiada que los lleva a ciertas obsesiones pertinaces.

A continuación las obsesiones de 10 escritores famosos.

1. Truman Capote

El creador de la Non fiction es, probablemente, uno de los autores más maniáticos que jamás hayan existido. Su lugar de creación debía ser siempre la cama, y a esto se le sumaba una replicación de sus textos de hasta tres veces. Las dos primeras a mano y una última a máquina.

2. Charles Dickens

Para empezar, Dickens no podía escribir a no ser que su lugar de trabajo estuviera en total silencio. A esto le seguía una minuciosa organización del espacio: siempre debían acompañarle un jarrón de flores frescas, dos estatuas de bronce, una bandeja con un conejo sobre ella junto a un abrecartas, su pluma (obvio) y un tarro de tinta del que abastecerse.

3. Dan Brown

Dan Brown sufre constantes migrañas. Por este motivo, antes de ponerse manos a la obra agacha la cabeza hasta prácticamente los tobillos para intentar paliar los dolores. De igual modo, cuando comienza a escribir, cuenta las horas con un reloj de arena.

4. Honore de Balzac

Corren diferentes rumores sobre las obsesiones del creador de “La comedia humana”. El primero de ellos, y menos probable, es el referido a la bebida. Se dice que bebía más de 50 tazas de café al día. El segundo, y mucho más creíble era su fijación por el aislamiento, necesitaba estar en una habitación sin relojes ni ventanas para no saber si era de día o de noche.

5. Alejandro Dumas

La indumentaria a la hora de escribir era muy importante para Dumas. Siempre debía ir vestido de la misma manera, con una sotana roja y sandalias.

Además, diferenciaba sus obras según el color de las páginas. Para la ficción, azules, para la poesía, el amarillo y para los artículos, el rosa.

6. Víctor Hugo

Los criados custodiaban la ropa de Victor Hugo con órdenes de no devolvérsela hasta que este lo pidiera. Y es que, el escritor, al igual que Dumas, era un maniático de la vestimenta, solo que Hugo escribía totalmente desnudo a excepción de un chal gris.

7. Stephen King

La manía de uno de los mayores escritores de toda la historia no es otra que la “disciplina”. El estadounidense ya ha comentado en varias ocasiones que se levanta todos y cada uno de los días de la semana a las ocho de la mañana y no termina hasta que no consigue escribir, al menos, 2000 palabras.

8. Agatha Christie

La ingeniosa creadora de las aventuras del detective Hércules Poirot reflexionaba sobre sus tramas en la bañera mientras comía manzanas.

9. Virginia Wolf

Las manías de Virginia Wolf tampoco se quedaban atrás respecto a sus compañeros de profesión. Antes de nada, se marcaba 2,5 horas al día como meta para escribir sus manuscritos. Y esto lo hacía de pie.

10. Haruki Murakami

Uno de los autores más influyentes de la última década crea una rutina a la altura de la de Stephen King. El japonés se levanta todos los días a las cuatro de la mañana para trabajar hasta las diez. Por la tarde corre 10 kilómetros, o como alternativa, nada 1500 metros, para evadirse de los demonios convocados con la escritura.


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