Cruzar el umbral

Cuándo Empieza una Novela?

La respuesta parece evidente: empieza en la primera línea, con la primera palabra. Pero si les contara que no es tan así. Para quienes escriben, esa primera línea, esa palabra inaugural no resulta tan simple como escribirla sin más.

El inicio de una novela marca un punto de inflexión entre la realidad palpable y el mundo imaginario que se despliega ante el lector, una historia comienza en el momento en que el autor logra captar su interés y lo sumerge en un mundo nuevo de manera efectiva. Esto puede ocurrir desde las primeras líneas o párrafos, donde se establece el tono, el estilo narrativo y se introduce algún elemento intrigante o misterioso que despierta la curiosidad. Si estuvieras viviendo el inicio de tu propia y nueva aventura, ese primer paso sería crucial porque establecerá tus expectativas, determinará tus pisadas o las detendrá, te implicarás emocionalmente o dejarás a un lado ese camino. La novela es como la vida misma, comienza cuando logras conectarte emocionalmente con la historia cuando te sientes atraído por lo que vendrá.
Pareciera clara, hasta acá para el lector, el inicio de una novela puede ser el primer párrafo que captura su atención y despierta su curiosidad, es la puerta que se abre hacia un universo de posibilidades, donde el tiempo y el espacio se transforman a merced de la imaginación del autor.
Pero para el escritor es otra cosa. Si bien, el inicio de una novela es un momento crucial y estratégico el escritor tiene solo palabras pero tiene mucho más, tiene “la idea” que siempre nace mucho antes de esa frase inaugural.

Entonces… ¿dónde exactamente comienza una novela? ¿En la primera palabra, la primera línea, o en el instante en que la semilla de la historia germina en la mente del autor?

La pregunta que parecía simple, promueve respuestas tan complejas como las historias mismas que inundan nuestras bibliotecas y librerías, lo cierto es que aunque como lector pienses que la historia arranca cuando posas tu mirada sobre la primera letra, en realidad la historia comenzó un tiempo antes, ¿cuánto antes? Depende, ¿de qué depende?, del cristal con el que la autora/el autor mire su historia. Veamos los distintos cristales, veamos cuándo para ellos comienza una novela.
Algunos podrían argumentar que una novela nace con la primera idea, ese destello de creatividad que cautiva al escritor y lo impulsa a dar vida a personajes, conflictos y mundos enteros.
Otros podrían señalar el momento preciso en que la pluma toca el papel o los dedos danzan sobre el teclado, dando forma a las palabras que eventualmente se convertirán en párrafos, capítulos y, finalmente, en una obra completa.
Pero, ¿cómo se llega a lograr una novela partiendo aparentemente de la nada?

Enganche inicial, presentación del mundo y sus personajes, planteamiento del conflicto, tono y estilo y sobre todo, como lectores lo exigimos: curiosidad y expectativas. Pero sobre todo “una historia”.

Para ver el mundo como lo ven quienes escriben, nada mejor que meterse en sus mundos y entender cómo ellos lo miraron, para ver eso que vieron y sobre todo cómo logran que tú lector, veas lo mismo.

Cada novela posee su propio punto de partida único:
1984 de George Orwell comienza así:

«Era un día luminoso y frío de abril, y los relojes daban las trece».

Este inicio establece de inmediato un tono fatal y distópico, situando al lector en un mundo controlado y vigilado. No en vano Orwell busca desde la primera frase reflejar la inquietud de vivir bajo control. Escribió 1984 con un estilo claro y directo, que refleja la severidad y la atmósfera opresiva de la sociedad distópica que retrata combinando observaciones agudas sobre el contexto político de su tiempo, con una visión provocativa sobre el futuro y el potencial oscuro de la tecnología y el poder estatal de su época. Esa primera frase es un inquietante resumen de ese control llevado a extremos impensados. La historia no nació escrita, surgió de sus cavilaciones, de esa forma de mirar su alrededor que solo los escritores poseen. El comienzo es el resultado de lo que leeremos a continuación, es el resumen de su sensación del mundo.

En Cien años de soledad de Gabriel García Márquez arranca con la frase:

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».

Este comienzo es intrigante y misterioso, combinando elementos de tragedia y magia, que capturan la atención del lector desde el primer momento. Más tarde asistimos a la historia de ese personaje Buendía que comienza cuando su padre lo llevó a conocer el hielo.
Lo cierto es que desde ese primer párrafo como lector ya estás necesitando conocer a ese niño que termina frente a un pelotón de fusilamiento. El enfoque del tiempo y la memoria es central en la novela, la referencia a ese momento íntimo y familiar brinda el perfecto puntapié inicial para el enfoque desde la introspección,  la memoria establece la tonalidad psicológica y reflexiva que caracteriza a muchos de los personajes de la novela y establece uno de los temas centrales de la novela: la exploración de la vida familiar y personal frente a los eventos históricos y políticos que afectan a los personajes, esa fue la idea general que nació en la mente del colombiano y que resume en su frase inicial…, el resto es la historia misma que a veces se cuenta sola.

«Es una verdad universalmente aceptada que todo hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa» .
Conocido como pocos, este es el comienzo de Orgullo y prejuicio de Jane Austen.  Más allá de lo que mediáticamente pueda conocerse de la obra de Austen, ella ha sido una escritora de vanguardia y sus novelas plasman ni más ni menos que su idea sobre la sociedad patriarcal donde le tocó vivir. Su genialidad radica sobre todo en la ironía que es la herramienta por antonomasia que la escritora utiliza para mostrar el tema central de la novela: el matrimonio y las expectativas sociales en la Inglaterra del siglo XIX  así como las complejidades de las relaciones sociales y personales que se exploran a lo largo de la historia. Esa idea movió los hilos de esta y de todas sus historias que claramente nacen de su interpretación sobre el mundo que la rodea.

El gran sueño americano y su corrupción en la búsqueda de la riqueza y el éxito. La decadencia moral y espiritual de la sociedad estadounidense en la era del jazz de los años ‘20, el dinero y el materialismo por sobre las relaciones personales y los ideales éticos. Esa fue la idea que nació antes de la primera frase:

«En mi juventud, mi padre me dio un consejo que jamás he olvidado: ‘Cuando sientas ganas de criticar a alguien —me dijo—, recuerda que no todos los seres humanos han tenido las ventajas que tú has tenido”.

Si sigues leyendo El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald verás que la idea es el leit motiv que hace avanzar la historia, hasta ese final donde la evidente decadencia hace que se desmorone cualquier ideal.

Como verás,  aunque al leerla, una novela pareciera empezar por la primera frase, el verdadero comienzo es la búsqueda del comienzo perfecto que suele suceder bastante antes de la primera palabra impresa. A veces la búsqueda lleva media vida a veces como en el caso de J.K. Rowling varios años antes de darle forma al mundo mágico de Harry Potter.  
La idea inicial surgió mientras J.K. Rowling viajaba en un tren desde Manchester hasta Londres en 1990. Durante ese viaje, la idea de un niño que descubre que es un mago comenzó a formarse en su mente. Esta experiencia personal se convirtió en el punto de partida para desarrollar  su mundo mágico. Rowling tenía la intención de escribir una historia que apelara a lectores de todas las edades y trasfondos. Esto se refleja en la diversidad de personajes, la exploración de temas universales como la amistad, el coraje y el poder del amor, y la construcción de un mundo mágico que es accesible y convincente para los lectores de todo el mundo. Y vaya si lo logró. 

Ernest Hemingway era conocido por su meticulosidad en la selección de las primeras palabras de sus novelas. Su novela El viejo y el mar comienza con:

«Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Golfo».

Esta frase simple y evocadora establece de inmediato el escenario y presenta al personaje principal. Pero también es el anticipo del eje temático que atraviesa sus páginas: la tenacidad, la resistencia y la dignidad en la adversidad. La novela también aborda temas como la soledad, la perseverancia, la conexión con la naturaleza y la dignidad en la vejez. Casi, casi un resumen de la vida del autor… ¿no te parece?

Quizás la verdadera respuesta yace en la magia misma de la creación literaria. De todas formas, una novela no comienza en un lugar físico o temporal definido, sino en el etéreo reino de las ideas, donde el autor y su musa se encuentran en un baile eterno de inspiración y expresión. Empieza en el corazón del autor, en el momento en que la imaginación se convierte en palabras y las palabras se convierten en historias. Es un proceso íntimo y personal, donde la semilla de la narrativa encuentra su tierra fértil y florece con cada palabra escrita solo cuando debe florecer. A nosotros lectores nos es dado traspasar el umbral de esa mítica frase inicial y permitir que el corazón del autor siga latiendo…

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Libros en el artículo

  • 1984 – George Orwell
  • Cien años de soledad – Gabriel García Márquez
  • Orgullo y prejuicio – Jane Austen
  • El gran Gatsby – F. Scott Fitzgerald
  • Harry Potter – J.K. Rowling
  • El viejo y el mar – Ernest Hemingway

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