El libro negro – Orhan Pamuk

Reseña

La novela, cuenta la historia de Galip, un joven abogado de Estambul abandonado de golpe por su joven y bella esposa Rüya de quien está locamente enamorado. Rüya adora las novelas policiales y es la hermanastra de Celâl que a su vez es tío de Galip. Celâl es un famoso y excéntrico periodista a quien Galip admira con devoción y que también ha desaparecido.

Galip emprende entonces, una frenética búsqueda por las calles de Estambul. Rüya se ha ido y ha dejado como única referencia una carta de diecinueve palabras. Las cartas y los objetos personales de Rüya que Galip encuentra diseminados en su casa y en la casa de Celâl lo remiten a la búsqueda de un sueño. Rüya significa sueño en turco y es en la novela la alegoría de lo que Galip busca: el sueño de descubrirse en las cosas y en las miradas de otros. El argumento importa, por supuesto sin argumento no habría novela, no habría historia, pero en Pamuk eso es solo una excusa para bucear en cuestiones más profundas. El libro negro es esa rara virtud cervantina de Pamuk de contar y contar, de novelar lo novelado, despliega temas como: el doble, el impostor, el amor, el abandono, el príncipe, lo oculto y, lo apasionante de esta obra, es el misterio tras el lenguaje, la obsesión por las palabras, el metalenguaje de la literatura. Porque para Galip, durante esa búsqueda de Rüya (que es la excusa) las caras de la gente tienen letras escritas, las letras significan algo, las caras significan algo, las palabras en definitiva desde un discurso nos significan. Y desde el significado y significante de una historia, Pamuk trabaja el metalenguaje de la literatura como forma de expresión y lo relaciona con la búsqueda personal que el protagonista intenta desde sus propias historias.

El libro está escrito a dos voces. Por un lado aparece la voz de Celâl (desde sus artículos) y por el otro (por medio de capítulos diferentes para cada uno) la voz de Galip contándonos su aventura.
Son los artículos de su tío los que de alguna manera orientan a Galip en la búsqueda de Rüya. Sin embargo, con un estilo único, Pamuk usa el argumento hasta acá descripto no tan solo como la búsqueda de su amada sino más bien como la búsqueda de sí mismo.

El Libro negro se presenta al lector como una obra de corte policial sin embargo, esa estructura no es más que una excusa para mostrar en realidad algo más profundo desde la existencia misma de todo ser humano: ¿quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué estoy dispuesto a descubrir con las respuestas a esas preguntas? De paso la historia nos sumerge en una ciudad desconocida para nosotros occidentales. En su persecución alucinada, Galip recorre día y noche las calles de un Estambul real y fabuloso que alberga en cada esquina una historia secreta, y donde todas las pistas, como si fueran cajas chinas, esconden nuevos misterios. Estambul se nos presenta con toda su crudeza, con todos sus encantos, con toda su marginalidad y sobre todo con toda su tradición ancestral y el honor y el respeto por el pasado. Un pasado que Galip encuentra a la vuelta de cada esquina, en cada árbol, en todas las cosas con las que parece re-encontrarse con una mirada distinta a partir de haber cambiado su propia intencionalidad frente a la vida: saber quién soy. En esta búsqueda, Galip descubre también que las palabras pueden mentir, pueden hacernos más inteligentes, más simpáticos o más deseados a los ojos de los demás, pero cuando las palabras callan, cuando tenemos que enfrentarnos en silencio a nuestra propia existencia ya no hay engaño posible. Y es desde esa toma de conciencia de una realidad no admitida aunque intuida, que Galip, haciendo frente a la racionalidad para combatirla con la sensibilidad, se para del lado de la intuición, de la sensibilidad para mostrarnos y demostrarnos que la vida en un sutil equilibrio, que se compone de ambas fuerzas. Galip termina convirtiéndose en Celâl, y en el punto mismo donde la búsqueda parece no tener fin termina por encontrarse reflejado en el otro, no como una mímesis de sí mismo, sino como la construcción de uno mismo desde los otros y como el constructor de los otros desde uno mismo.

La historia secreta de esa búsqueda parece morderse la cola para traernos al punto de partida: la búsqueda de uno mismo no termina nunca, salvo con la propia muerte donde incluso los otros estarán buscándonos. La sensación final: miedo, intriga y ese poderoso sentimiento de viajar hacia lo fatídico que podemos llegar a encontrar dentro de nosotros mismos.

Cuando terminé de leer el libro, hice lo que todos queremos hacer con un buen libro: volver a la primera página y comenzar de nuevo. Una sensación que les dejo para incitarlos a la lectura de un libro maravilloso.

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