Reseña
Leer implica el goce de sustraerse al mundo que el autor nos propone y ésa es la mirada que nunca debemos perder ante un libro. Pero leer, es también asimilar técnicas, comprender la temática en toda su amplitud.
El Guardián entre el centeno, nos cuenta, desde el punto de vista social, el consumismo de una época (años ’50 en EE.UU.), la rebelión de los jóvenes contra un sistema de mercado demandante, el inconformismo de una sociedad ante grandes cambios (económicos y políticos en el caso de los años ’50 en EE.UU.), la impersonalidad en los sistemas de educación, literatura y cine con fines propagandísticos donde los verdaderos valores culturales se desdibujan, adicciones, etc.
En este gran libro, el autor nos dice algo concreto pero entre líneas nos sugiere más. Salinger ha usado como excusa la adolescencia como etapa conflictiva para contarnos mucho más.
La novela nos cuenta la vida de Holden Caulfield que es expulsado de un colegio por segunda vez. En la novela asistimos a los instantes posteriores a esa expulsión en que Holden decide huir. En esa huída vive un sinfín de situaciones que unidas a sus experiencias pasadas le va brindando al lector esa mirada especial del adolescente. Por momentos rebelde e irracional, por momentos de una lucidez extrema que nos muestra crudamente la vida tal cual es y como los adultos intentan mostrarla.
Holden no solo representa al adolescente que quiere retener el idealismo de la vida que se le escurre entre las manos, sino que muestra a cualquier ser humano tratando de rescatar lo espiritual por sobre lo material en una sociedad que cada vez prioriza más lo último sobre lo primero. Es el típico antihéroe de la literatura contemporánea que lo único que busca es proteger ese mundo infantil donde la felicidad es plena y absoluta, protegerlo de encontrarse con un mundo hipócrita, malvado y feo.
O sea que desde el punto de vista existencial nos ha contado: cómo vive el adolescente ese paso de dejar la niñez y asumir una incipiente adultez, el materialismo que implica el mundo adulto y la pureza que el adolescente debe rescindir para entrar en ese mundo que inevitablemente lo espera, y finalmente la impotencia de Holden por no poder cambiar esas reglas dadas dentro del crecimiento de una persona. Eso nos introduce en el planeamiento de que quizás, si nos lo proponemos, además de ser adultos responsables y funcionar dentro de una sociedad condicionante, además de asumir compromisos netamente adultos, además podemos no olvidarnos lo hermoso, lo simple, lo espiritual que conlleva la niñez y entonces, tal vez podamos matizar la realidad que nos circunda con ese halo de pureza elemental con que nacemos sin usarlo como sistema de canje para dejar de ser niños y convertirnos en adultos.
Algún día la humanidad entenderá que ser un humano significa el sabio equilibrio entre niño y adulto, ese que solo el adolescente tiene por un tiempo limitado y entonces ese día seremos muchos más los que engrosemos las filas de Holden para convertirnos en un guardián más entre el centeno.
Tomo las palabras de Holden cuando nos dice: Los libros que de verdad me gustan son aquellos que al acabar de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarlo por teléfono. Ojalá Salinger viviera, ojalá pudiera llamarlo por teléfono para contarle que su libro es un clásico que superará los límites de cualquier época, porque mientras lo material pugne por sobrepasar lo espiritual seguiremos embanderándonos tras Holden en las primeras filas para luchar contra ello.
El Guardián en el centeno es esas joyitas que llamamos clásicos ya que no habla solo de Holden (su protagonista) sino de todos nosotros convertidos en Holden luchando por un mundo más real.
Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
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Libros en el artículo
- El guardián entre el centeno – J.D. Salinger