Pocas veces nos es dado arribar a obras literarias que nos dejan con la boca vierta. Las más de las veces me he preguntado, ¿dónde estaba este autor que no lo descubrí antes? Tarde o temprano, no importa, me respondo, lo importante es conocerlo y desde el momento que lo conozco para mí ese autor pasa a ser un amigo más, uno de los tantos.
Así fue como llegué a ese universo genuino inmediatamente reconocible en cada una de sus historias por lo que se podría llamar un “estilo” inimitable, dotado de una agradable fluidez pero también de gran densidad, sutil y profundo aunque de aparente sencillez y hasta de ingravidez a veces, que va involucrando al lector en su trama de manera ineludible. Porque tiene voz propia en el panorama de la narrativa española actual, porque ha creado una obra con un “lenguaje” propio, por esa originalidad, por esa espontaneidad que parece simple y que sin embargo es fruto de una escritura pulida, cincelada, de absoluta precisión, de una diversidad y de una amplitud léxicas impresionantes, lo encuentro tan parecido a Flaubert, en cuanto al cuidado y la elección de cada palabras que no deja de asombrarme y por eso y mucho más, a partir del día en que leí su primera novela, para mí ya no es Luis Landero sino mi amigo Luis.
Lluvia fina, fue mi primer acercamiento y desde entonces vivo esta amistad con Luis (a veces hasta lo llamo Luisito) casi como un enamoramiento platónico. Cómo olvidar el fabuloso desenlace que no develaré por razones obvias pero que sí calificaré como uno de los más impactantes finales de las novelas que me ha tocado leer en los últimos tiempos. Más tarde llegaron a mis manos Juegos de la edad tardía, Retrato de un hombre inmaduro y El huerto de Emerson que no siguen el orden cronológico en que fueron escritas pero que sí me permiten afirmar que las novelas de Landero, al contrario de lo que se podría suponer en el marco de una primera lectura, gozan de una estructuración narrativa sumamente rigurosa que va conduciendo con extremada pericia hacia el desenlace. El narrador entreteje los hilos de las diversas historias gracias a una arquitectura narrativa cuya riqueza y variedad se van haciendo evidentes en el resto de su bibliografía de la cual por suerte me restan muchos encuentros más para seguir alimentando este enamoramiento.
Por eso y como corolario de lo anterior simplemente me gustaría compartir con quienes también lo cuentan entre sus amigos que Luis Landero fue galardonado este 7 de noviembre de 2022 con el Premio Nacional de las Letras españolas, según el jurado: “…por ser un extraordinario narrador, creador de numerosas ficciones con personajes y atmósferas de gran expresividad” y agrega: “Ha mantenido, con el mismo afán, el pulso y la originalidad que ya asomaron en sus comienzos literarios y que le ha llevado a conservar entre sus lectores una enorme capacidad de asombro”.
Nacido en el seno de una familia campesina, empezó a escribir poesía a los 14 años. Más tarde, cuando inició estudios de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció, empezó a escribir cuentos y relatos.
Fue profesor ayudante en una cátedra de francés de la Universidad Complutense y profesor de Lengua y Literatura Española en el Instituto de Bachillerato Emilia Pardo Bazán de Madrid.
En 1995 fue profesor visitante de la Universidad de Yale (Connecticut). Desde 1991 y durante años compaginó la actividad literaria con la docencia en la madrileña Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Por eso, desde mi modesto lugar, felicitaciones… a mi amigo Luis.
Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
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Libros en el artículo
- Juegos de la edad tardía – Luis Landero
- Retrato de un hombre inmaduro – Luis Landero
- LLuvia fina – Luis Landero
- El huerto de Emerson – Luis Landero