Comarc McCarthy nos dijo adiós el pasado 13 de Junio del 2023.
Falleció por causas naturales en su casa de Santa Fe, Nuevo México, a los 89 años, de acuerdo a lo informado por su hijo John. Su fallecimiento fue anunciado oficialmente en un comunicado de su editorial. El lugar de McCarthy en la literatura de su país es irrepetible. Uno de los rasgos definitorios de su obra narrativa fue su capacidad para explorar a fondo el lado oscuro de la naturaleza humana.
Un hombre y su hijo, en un mundo muerto y lleno de ceniza por causa desconocida, que transcurren una carretera interestatal estadounidense huyendo de un invierno letal. Hasta ahí puede parecerse al resumen de cualquier historia distópica de las que abundan en la literatura universal. Pero acá me estoy refiriendo a La carretera de Cormac McCarthy. Publicada en el año 2006 y ganadora del Premio Pulitzer quizás sea la novela más emblemática de este autor.
En medio de un paisaje literalmente quemado por lo que parece haber sido un reciente holocausto nuclear, un padre trata de salvar a su hijo emprendiendo un viaje con él. Rodeados de un paisaje baldío, amenazados por bandas de caníbales, empujando un carrito de la compra donde guardan sus escasas pertenencias, recorren los lugares donde el padre pasó una infancia recordada a veces en forma de breves bocetos del paraíso perdido, y avanzan hacia el sur, hacia el mar, huyendo de un frío “…capaz de romper las rocas”. Las descripciones del contexto cruel, árido, inhóspito a veces se atemperan con la tibieza de los recuerdos de un padre que lucha por conseguir que su hijo viva en un mundo aunque más no sea cercano al de su propia niñez. La brutalidad salvaje y descarnada enfrenta al lector a ese monstruo interior que nos esforzamos en ocultar hasta que la mente estalla en los límites de una civilización colapsada. Pese a esa crudeza, el lirismo y la riqueza del lenguaje con que se describe el mundo en ruinas transmiten una profunda emoción. Y la esperanza en el género humano, en los valores de supervivencia que elevados a la enésima potencia pueden llegar a hacernos tanto mejores como peores.
Pero La carretera no fue su único libro. A lo largo de su carrera publicó títulos como Todos los hermosos caballos (1992), No es país para viejos (2005) o Meridiano de sangre (1985), entre algunos de los más conocidos. Títulos que también llegaron con mucho éxito a la industria cinematográfica.
90 años sobre esta tierra le otorgaron a Cormac McCarthy una recompensa más importante que el Pulitzero el National Book Award, su paso por la tierra de las letras le otorgó a este escritor estadounidense el honor de ser considerado uno de los autores norteamericanos más importantes de su generación.
Con un estilo narrativo difícil, al igual que J. D. Salinger o Thomas Pynchon, Cormac McCarthy escribe de espaldas a los lectores, ignorando modas y exigencias comerciales, según se aprecia desde su primer título El guardián del vergel. Los marginados sociales aparecen en obras como Oscuridad exterior, no se detiene ante ningún tema por más controversial que parezca y entonces la pedofilia y la depravación sexual aparecen en Hijo de Dios.
Sus personajes eran forasteros de este mundo, como él mismo. Vivía en silencio y definitivamente fuera de la corriente central de la literatura. Aunque no tan ermitaño como Thomas Pynchon o J.D. Salinger, McCarthyno participaba de lecturas ni escribía solapas para los libros de escritores. Nunca se dedicó al periodismo ni enseño escritura. Y en toda su vida solo concedió apenas un puñado de entrevistas.
Hay escritores que dejan un hueco importante en la temática pero sobre todo en el tratamiento de esas historias que como humanidad nos representan.
Adiós Cormac McCarthy, gracias por tu legado, te vamos a extrañar.
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