La voz de los sin voz

“Algunos traumas sufridos por determinados pueblos son tan profundos, tan crueles, que, a diferencia del dinero, a diferencia de la venganza, incluso a diferencia de la justicia o de los derechos, o de la buena voluntad de los demás, solo los escritores logran traducirlos y transformar el dolor en significado para aguzar la imaginación moral. Para la humanidad, la vida y la obra de un escritor no son un regalo, sino una necesidad”

Así se expresaba Toni Morrison, una escritora que hizo de la denuncia del racismo, la defensa de la lengua, la integración de la cultura afroamericana y la reivindicación del papel de la mujer, cuatro pilares fundamentales de su corpus narrativo. El mundo la recordará por siempre en su obra más conocida  “Beloved” que le valió el Premio Pulitzer y el American Book Award.
A 90 años de su nacimiento llega a las librerías “La fuente de la autoestima”, un volumen que recopila los ensayos y discursos de la primera mujer negra en ganar un Premio Nobel de Literatura, en 1993.
“Todos morimos. Tal vez ese sea el significado de la vida. Pero tenemos el lenguaje. Tal vez esa sea la medida de nuestras vidas”, dijo entonces en Estocolmo. El lenguaje fue el arma que usó para gritar al mundo la injusticia dentro de una sociedad que estigmatiza a quienes se salen de los límites que esa sociedad impone.
El libro reúne textos que provienen de discursos que la autora pronunció en diversas universidades, congresos, simposios, algunos de sus ensayos más relevantes donde aborda temas que poseen la actualidad de los problemas sin resolver. Así encontraremos entre las páginas de “La fuente de la autoestima” su mirada acerca de  la inmigración, la prensa, el dinero, los derechos humanos, la función de los artistas y la creación literaria. 
Nació en Ohio en 1931 y aunque murió en 2019 sin haber alcanzado los 90 años su permanencia entre nosotros la hará eterna gracias a su legado de ineludible compromiso con la verdad. A su paso por las letras tejió una trama que entrelaza literatura y vida y eso es algo que todo lector agradece. Fiel a sus denuncias y a su reclamo de justicia en medio de la iniquidad Toni Morrison se ha convertido en la voz de los sin voz, de aquellos que desde las sombras no suelen ser protagonistas de acontecimientos notables sino de situaciones abominables.
Quiso explicar a sus lectores las verdaderas tragedias de la esclavitud, el peso que supuso (y supone) tener la piel oscura y el dolor de una sociedad dividida entre el negro y el blanco. A través de personajes construidos desde adentro de sus conciencias y desde la íntima verdad del lenguaje ha logrado que los silenciados griten. Novelas como “Beloved” o “La canción de Salomón” ya forman parte de la gran literatura universal. Podemos acceder a un maravilloso compendio de su vida en el documental audiovisual sobre su vida “Las piezas que soy”, un verdadero puzzle que se arma con cada pedacito de su vida que es un legado para la humanidad.

Lo bello y lo terrible se dan cita en sus páginas con una destreza inigualable superada tan solo por la vida misma motivo de inspiración de sus historias. Los personajes de Morrison usan pocas palabras para nombrar sus tristezas, están demasiado ocupados en sobrevivir, en impulsar sus vidas hacia adelante aunque la negritud sea el estigma constante que los ancla a una existencia de injusticias. Sus historias son un recordatorio  de que los horrores pasados no han terminado sino que conviven en la segregación de los colectivos en el presente. Una segregación que va más allá del color de piel que se extiende incluso a las diferencias de género a las condiciones de clase. Se es discriminado o incluido,  no parece haber términos medios para la ley en una sociedad desalmada que no parece ser clara en tanto y cuanto no es pareja para todos.
Baste decir que Toni Morrison se ha convertido en un referente de muchos escritores que han sido sus contemporáneos entre ellos: James Baldwin, Alice Walker, Margaret Atwood, Zadie Smith, Taye Selasie o Chimamanda Ngozi Adichie.

 “La conversación de las personas mayores es como un baile mansamente revoltoso: un sonido encuentra otro sonido, le hace una reverencia, se bambolea y se retira. No entendemos, no podemos entender el significado de todas sus palabras, porque sólo tenemos nueve y diez años; así que observamos sus rostros, sus manos, sus pies, y escuchamos el timbre de sus voces para averiguar la verdad”.

Así habla Pecola Breedlove, la pequeña protagonista de “Ojos azules”, su primera novela, escrita en 1970. Allí narra la historia de una niña abusada quien creía que tener ojos azules como los de Shirley Temple, solucionaría su vida de chica negra. Una verdad que no por cruda es más poderosa, la fuerza, el poder radican en que esa verdad es cotidiana y lo más penoso es que no hacemos nada para revertirla.
Unido al dolor de no ser iguales, de no ser reconocidos, de no ser respetados aparece la vergüenza de no serlo:
“Vergüenza de haberse visto abierto de pies y manos sobre el coche, de haber sido cacheado y esposado. Vergüenza de haber robado un esqueleto, más como un niño travieso en la noche de difuntos que como un hombre hecho y derecho dispuesto a ejecutar un delito castigado por la ley. Vergüenza de haber tenido que recurrir a su padre y a su tía para recuperar la libertad. Más vergüenza todavía de ver a Macon —con esa frase acomodaticia: «ya saben cómo son estas cosas»— humillarse ante los policías.”

Así reflexiona Milkman  en “La Canción de Salomón”. La novela  cuenta la historia de Macon Milkman Dead, un joven esclavizado mentalmente y muerto espiritualmente,  alejado de sí mismo y de su familia, de su comunidad y de sus raíces históricas y culturales. Traza la vida de Milkman desde el nacimiento hasta los treinta y dos años y se centra en su vida espiritualmente vacía y sin rumbo cuando era un joven atrapado entre el estilo de vida materialista de su padre y los valores tradicionales de Pilate.
“Beloved” es la historia que más me ha conmocionado, sobre todo  la escena del freno en la boca y de la muerte de la pequeña hija de la protagonista. La novela está basada en un artículo periodístico que la escritora leyó sobre Margaret Garner, una mujer que fue esclava y que intentó huir sin éxito. Frente a esa situación, Garner prefirió cortarle el cuello de un machetazo a su hija frente a la otra posibilidad que era entregarla y que tuviera el mismo destino de su madre.

Para escribir Beloved leí relatos de esclavos sabiendo que habían sido reescritos por patrones blancos, que nunca dirían en verdad lo horrible que era todo”, dijo. Y agregó: “Yo quería saber qué aspecto tenía un freno. Finalmente encontré unos bocetos en un libro donde se decía que en Sudamérica conservan esos objetos, un tipo de tortura descendiente de la Inquisición. Entonces me di cuenta de que describirlo no servía de nada, no servía pensar ese objeto como una curiosidad o un hecho histórico: había que mostrar qué se sentía al tener ese freno puesto”.

Quisiera aclarar que cuando ella habla de freno se refiere a la parte de la brida que se introduce en la boca del caballo para dirigirlo. Es por lo general de hierro y/o acero eran utilizados en personas de color.

Siempre he creído interesante si no fundamental conocer la vida y pensamientos de escritores que como Toni Morrison han marcado una época, una época que no acaba mientras no se proclama la igualdad en el terreno que fuere. Igualdad de color, igualdad de géneros, igualdad de razas, de clases sociales. Una utopía que sin quererlo puede convertirse en realidad con tan solo entender que no se trata de diferencias, que todos somos iguales y que el pudor, la vergüenza, el dolor pero también la felicidad, la libertad, la equidad deben ser idénticos para todos los seres que habitan esta tierra. Porque sus palabras son el susurro de quienes pasan por la vida silenciando dolores, un susurro que nos roza. Porque con sus ideas encendió hogueras en el alma de sus lectores. Porque vale la pena conocer, entender, apreciar a Toni Morrison “La fuente de la autoestima” no puede, no debe estar ausente de tu biblioteca.




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