Si un libro les aburre, déjenlo; no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo, no lo lean; ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad, de modo que yo aconsejaría a esos lectores que leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores, que sigan buscando una felicidad personal, un goce personal. Es el único modo de leer.
Jorge Luis Borges
Leer, leer, leer es un placer… o al menos debería serlo. He sido demasiado feliz leyendo como para no recomendar a cualquiera que se me cruce en el camino que un libro puede elevarte al más bello de los cielos. He leído libros extraordinarios, libros impresionantes, excelentes, emocionantes, apabullantes y también de los otros. Por eso a quien se me cruce en el camino tengo para decirle que no siempre ciertos libros nos muestran el camino hacia la felicidad.
Alcanzar la plenitud leyendo o descender a los abismos de la frustración son dos sensaciones separadas por una delgada línea que no tienen que ver con un tipo de lectura en particular, ni con calificar a tal o cual autor de bueno o de malo, mejor sería pensar si ese libro fue escrito para uno o si más vale dejarlo de lado.
Dejar de lado un libro no es un sacrilegio, ni una infidelidad, ni una traición. Durante muchos años sentí que si no llegaba a la página final cometía el peor de los perjurios y me convertía casi en una desertora de la lectura, y de la deserción al destierro veía casi un solo paso. Y es que me topaba con libros que los académicos decían que es imprescindible leer, o que tal o cual profesor exigía leer para formar mi raíz lectora, era como que si no los leía quedaba fuera de un universo al que estaba intentando entrar.
Quedar afuera de los buenos lectores me apabullaba, me estaba formando como lectora y aún no sabía que abandonar un libro no significa traicionar y quedarse afuera, a veces esto es mejor que permanecer donde no nos sentimos a gusto. No significa que seamos malos o buenos lectores, porque esos calificativos tampoco tienen nada que ver con la lectura. Por eso, con el tiempo, comprendí el excelente consejo de un grande: “(…) si hay un libro tedioso para ustedes, no lo lean; ese libro no ha sido escrito para ustedes”. Sigo citando a Jorge Luis Borges que si de algo se jactaba no era de lo que había escrito sino de lo que había leído.
Y así, definitivamente esos momentos en que me sentía una desertora fueron poco a poco quedando atrás y reemplazados por la prístina y postrera finalidad que debería regalarnos un libro: el placer.
Si en alguna frase no te sientes representado, si alguna vez te has obligado al final de una lectura, si cientos de veces eso te ha producido agobio es que verdaderamente no te has permitido disfrutar, y disfrutar a veces significa abandonar un libro y salir corriendo, pero no de los libros sino salir corriendo a buscar la próxima lectura, esa que ha sido escrita para ti.
Voy a demostrarte en pocas palabras que abandonar una lectura puede reportarte más beneficios que desventajas.
- La obligación no es amiga del placer y si te estás obligando a leer a destajo sea lo que fuere sin que medie el gozo, es probable que devores montones de libros en una semana pero también es muy posible que no se trate de entusiasmo sino simplemente de fijarte una meta de leer, por ejemplo, no menos de 7 u 8 libros por semana. A la larga esa obligación que te has impuesto se llevará por delante lo esencial: el placer. Y es que sin disfrute puede que caigas en un bloqueo lector, un período de tiempo que puede abarcar días, semanas, meses o incluso años, y que puede causar gran angustia en el lector, que se pregunta qué le está ocurriendo y por qué ha pasado de leer religiosamente a diario a no poder terminar ni un solo libro.
- Reconocer el momento exacto de nuestras vidas que estamos transitando, sea en lo personal, en lo profesional, en lo anímico, etc. Si no disfrutas con un libro, no pongas en duda tu capacidad lectora. Los clásicos son un claro ejemplo de esto. Hay lecturas de grandes escritores que es posible que no disfrutes y sin embargo sabes que en otras circunstancias te encantarían. Si logras discernir esto, vas por el buen camino porque ya has detectado el inconveniente, no es problema del libro ni de su autor o autora, tampoco es un problema tuyo, solo se trata del momento.
Si estás atravesando una situación personal complicada es muy probable que una novela trágica, desgarradora y densa no sea la mejor opción prueba con algo más ligero y tranquilo. Hay cientos de libros esperándote, por qué no ir a por ellos. - Empatizar con un estilo de escritura, con un autor en particular, es cosa seria. Primero hay que conocer al autor y para eso haberlo leído anteriormente. Si hay ciertos autores que se han hecho tus amigos, de inmediato, no dudes en convocarlos cuando te sientas un traidor abandonando a otro autor. Como te dije no podemos hablar de traición a la hora de leer, es imposible que disfrutemos de la pluma de todos los escritores y escritoras existentes, y no es del todo probable que si alguien recomienda una lectura ese libro será también tu favorito. Al elegir tu próxima lectura sigue el camino de esos autores que te motivan, y si para ello debes dejar plantado a ese otro que no es compatible con tus gustos, con tus intereses o tus estados anímicos, adelante: recuerda que la traición no existe, simplemente se trata de gustos personales o necesidades momentáneas.
- Cuando la emoción no llega, cuando sientes que estás leyendo un libro desde hace días o semanas y al abrirlo sientes la misma sensación que al abrir el manual de instrucciones de tu lavarropas, es bueno que lo sepas, que lo aceptes, ese libro no ha sido escrito para ti. La literatura tiene que emocionarte, hacerte llorar, alegrarte, angustiarte, enfadarte, hacer volar tu imaginación. Leer y no sentir ninguna de estas cosas le quita todo el valor a la experiencia. El libro que no despierte algo, ya sea bueno o malo, en ti, es definitivamente una pérdida de tiempo y deberías dejarlo de lado. La indiferencia ante lo que se está leyendo es una de las claves que indican que es momento de abandonar un libro a mitad.
No siempre ciertos libros nos muestran el camino hacia la felicidad. Simplemente explora y cuando descubras el sendero por donde disfrutas caminando, o más bien leyendo, no te prives, no te evadas, sigue caminando, sigue leyendo.
Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
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