Alfred Nobel fue el creador de los premios Nobel. Sin embargo, lo que quizá no sepas es que, aunque fue su voluntad el que se crearan y otorgaran premios económicos, no se pudo cumplir hasta un año después de su muerte.
¿El motivo? Es que tuvo que ser aprobado por el Parlamento noruego. Solo en ese momento, hablamos de 1897, pudieron dar cumplimiento del testamento, y fue creada la Fundación Nobel. El creador de los Premios Nobel había pedido a la institución sueca que iba a organizarlos en su nombre, que recompensara todos los años al “autor de la obra literaria más destacada de tendencia idealista”.
Posiblemente no sea tan conocido que el Comité Nobel de Literatura, formado por cuatro o cinco miembros, es el órgano de trabajo que evalúa las nominaciones y presenta sus recomendaciones a la Academia Sueca que se encarga de enviar las cartas de invitación a las personas que están calificadas para nominar al Premio Nobel de Literatura.
Desde que se envían las cartas de invitación hasta que se decide la persona ganadora transcurre un año, anunciándose la premiada en octubre y siendo la ceremonia de entrega de los premios en diciembre.
El Premio Nobel de Literatura es uno de los galardones más importantes del mundo. Muchos escritores quieren ganarlo pero no todos lo consiguen. Hasta acá nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, hay algunos detalles, ciertas curiosidades que no salen a la luz tan a menudo pero que son llamativas, vamos a conocer el Premio Nobel de literatura entre bambalinas.
La mayoría de los ganadores son señores o señoras de cierta edad, con una trayectoria probada y comprobable en el mundo de las letras. Las edades de los galardonados oscilan entre los 60 y 70 años. No obstante, en el año 1907 Rudyard Kipling ganó el premio y contaba en ese entonces con tan solo 41 primaveras. En la otra punta está Doris Lessing, quien con 88 años consiguió el galardón más codiciado en el mundo de las letras.
Ciento quince son los ganadores del Nobel desde su creación pero cada año la Academia Sueca recibe más de 350 cartas remitidas por escritores que piden figurar entre los posibles candidatos. Muchas de las cartas van acompañadas de ofrendas, regalos y cualquier otra forma para «ablandar» el corazón del jurado. Pero como siempre la mejor carta de presentación es la trayectoria, el compromiso, la humildad algunas veces y la calidad casi siempre.
A pesar de ser codiciado, hay quienes deciden rechazar el premio. Hubo dos en la historia de la literatura. El primero fue Boris Pasternak, autor de Doctor Zhivago. Cuando se lo concedieron lo aceptó. Pero una semana después decidió devolverlo por las presiones del gobierno soviético sobre él. Esto fue en 1958.
Años más tarde, en 1964, fue el escritor Jean-Paul Sartre quien no quiso aceptar el premio ni tampoco los honores que le correspondía. Incluso hizo un anuncio público en el que dijo que “un escritor no debe permitirse ser convertido en una institución”.
Los que se declaran felices premiados también contraponen el peso de llevar sobre sus espaldas la medalla al mejor escritor. Seamus Heaney, que lo recibió en 1995, declaró: “Es como ser golpeado por una avalancha más o menos benigna. Fue inesperado y extraordinario”. Doris Lessing, por su parte, dijo: “Tan pronto como obtuve el Premio Nobel, se me fastidió la espalda e ingresé en el hospital”. Una sensación especial con la que coincidió Mario Vargas Llosa al afirmar que “…el premio Nobel es un cuento de hadas una semana y una pesadilla el resto del año. No se puede imaginar la presión para conceder entrevistas”.
No muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de ver en detalle la medalla que le otorgan a los ganadores del Premio Nobel. Esta fue diseñada por Erik Lindberg (un escultor y grabador sueco) y en ella hay una pequeña escena. Se ve a un hombre sentado, con unos folios en su rodilla derecha y mirando embelesado a una joven delante de él que toca un arpa. Está sentado al lado de un laurel y se dice que lo que escribía era la canción que la musa le está tocando. En la medalla hay grabadas unas palabras en latín, Inventas – Vitam – Iuvat – Excoluisse – Per – Artes, que significa: Quienes ennoblecieron la vida descubriendo las artes. Y si has leído la Eneida, sabrás que esa frase aparece en el verso 663 del sexto canto.
En 49 ocasiones no se entregaron los premios. La mayoría de las veces que se suspendió fue durante la Primera Guerra Mundial de 1914 a 1918 y la Segunda Guerra Mundial de 1939 a 1945.
Los ganadores de los premios no pueden hablar de manera improvisada durante la ceremonia de premiación. El texto de ese discurso debe ser entregado a la Fundación Nobel con más de 24 horas de anticipación, para que pueda ser traducido al sueco.
Erróneamente a lo que suele creerse el Premio muchas veces no ha sido ostentado por una sola persona, en varias ocasiones se ha compartido la medalla del Premio Nobel de Literatura: en 1904 Frédéric Mistral y José Echegaray; en1917 Karl Gjellerup y Henrik Pontoppidan y en 1966 Shmuel Agnon y Nelly Sachs.
El premio también ha sido otorgado de forma póstuma en dos ocaciones: a Erik Axel Karlfeldt en 1931 y a Dag Hammarskjöld en 1961. Sin embargo, en la actualidad es imposible que esto ocurra, porque desde 1974 la Fundación Nobel determinó que los premios no podrían entregarse a título póstumo, a no ser que el ganador muriera después de haber sido seleccionado.
Por todos es sabido que la mujer, lamentablemente, tiene un espacio público recién desde hace muy poco tiempo, por eso de los 117 galardonados en Literatura en la historia del Premio solo 17 han sido mujeres. Hacemos votos y descontamos que la lista se ampliará con el paso del tiempo. Este año (2022) Annie Ernaux nos dio la razón.
Muchos lo quieren, pocos lo consiguen, algunos lo rechazan y otros lo padecen. Los lectores seguimos caminando tras los pasos de esos artistas que se colocan en la cima de las letras y nos permiten seguir soñando que mientras exista la literatura la felicidad, con premio o sin él, es posible.