El jinete de bronce (saga 1) – Paullina Simons

Reseña

Leningrado, 1941: la guerra parece lejana en esta ciudad de antigua grandeza, donde espléndidos palacios y avenidas señoriales hablan de otra época, cuando la ciudad era conocida como San Petersburgo. Dos hermanas Tatiana y Dasha Metanov, comparten un minúsculo apartamento con su familia.

Como inaugurando la vida misma, como arrastrándonos irremediablemente a vivirla, Paullina Simons inaugura con esta historia su trilogía de El jinete de bronce.

“La luz entró a través de la ventana desparramando la mañana por toda la habitación. Tatiana Metanova dormía el sueño de los inocentes (…) Pero sobre todo rebosante de vida, dormía el sueño exuberante de la intrépida juventud».

Tatiana es la protagonista femenina, y Alexandre, el protagonista masculino, que entrará en escena pocas páginas después.  Ambos nos absorberán en un torbellino de sufrimiento y placer, de agonía y resurrección, de entrega y devoción, y lejos de la resignación que una guerra cruenta y un régimen político opresivo nos proponen en esta primera parte la esperanza del amor que todo lo redime.

La segunda Guerra Mundial, vuelve a ser el marco, el contexto de una nueva historia donde el amor se opone el odio irracional de cualquier enfrentamiento armado. Puede parecer tedioso, puede parecer redundante y hasta haberse convertido en un marco contextual gastado, sin embargo, el escenario de la Segunda Guerra, no deja de estrujarnos el corazón cuando se trata del exuberante sueño de la intrépida juventud. Porque en esta primera parte de sus tres entregas la propuesta de Paullina Simons es la juventud. La frescura de los diecisiete años Tatiana y la lozanía de los veintitrés años de Alexandre nos toman de la mano y nos convocan a caminar a su lado. La formación política y social, la formación religiosa tiene sus orígenes en la juventud y la marca indeleble que la guerra imprime en toda alma, durante esa etapa, no hace más que dejar su huella en estos dos protagonistas que sin embargo luchan incansablemente, no tan solo por sobrevivir física y mentalmente sino por salvaguardar la vida (física y mental) de sus seres más queridos, para Tatiana su propia familia, para Alexandre la familia de Tatiana que no tarda en convertirse en su propia familia, esa que ha perdido en el pasado.

El jinete de bronce es sin lugar a dudas y ante todo, una historia de amor. La historia de Tatiana y Alexandre que deberán luchar con algo más que la guerra para dejarse arropar por el sentimiento que los ata.
Tatiana es una adolescente de diecisiete años sorprendida por una guerra que aunque esperada no deja de azorarla. Tatiana es casi una niña, enclenque y suave como las briznas de hierba junto al Volga flota en la inmensidad de un mundo que es tan suyo como ajeno un mundo que hiende su corazón como el resplandor de las noches blancas de Leningrado hiende la oscuridad con la falaz promesa de un crepúsculo eterno. Porque, como las noches blancas llegan a su fin con la llegada del otoño, el crepúsculo pronto termina para Tatiana y la negra noche y el invierno crudo y la soledad absoluta golpean su vida y las puertas de una Leningrado sitiada y a punto de desaparecer de la faz de la tierra según la promesa de Hitler.

Leningrado es el escenario para casi toda esta primera parte de la trilogía. El sitio de Leningrado es el marco histórico, la resistencia la protagoniza su población de la cual Tatiana y su familia son parte una resistencia en la que acompañan y son acompañados por el Ejército Rojo del cual forma parte Alexandre.
A lo largo de sus casi 800 páginas asistimos no solo a la historia de amor de sus protagonistas sino que en El Jinete de bronce se dan cita la lealtad, la amistad, el honor y la devota entrega a la vida.

Quizás el personaje de Tatiana en algunos pasajes resulte demasiado estereotipado, de una grandeza por momentos rayana en lo increíble, una especie de nobleza agigantada por las circunstancias, tras la cuales se ampararon tantas novelas del siglo pasado, creando no tan solo protagonistas sino heroínas a veces distantes de la realidad.

Al momento de perfilar personajes dentro de la literatura contemporánea mi recomendación en el taller de escritura es siempre acercarse lo más posible a la realidad, sea cual fuere el marco o época social o histórica de contexto. Los héroes o heroínas son propios de las narraciones folclóricas, de las leyendas. El héroe (o heroína) posee habilidades sobrehumanas o rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y beneficiosas («actos heroicos») por las que es reconocido.
A su vez, el héroe es un personaje que por su origen, ideas, valores y acciones, que se fundan en la solidaridad y en la justicia social, resalta y es digno de respeto o veneración.
Nada más lejos de esos seres de papel que la literatura contemporánea exige que sean lo más cercano posible a los seres de carne y hueso en que se supone debemos inspirarnos al escribir.

Es cierto que Tatiana por momentos es esa heroína de las leyendas épicas pero también es cierto que el devenir de la historia terminará por calificar a Tatiana no como una chica heroica sino valiente.

El jinete de bronce abre las puertas a la primavera de un amor que está destinado a crecer hasta el otoño de sus protagonistas cuando acabemos el último de los libros de la saga.
Seremos pues espectadores, en esta entrega inicial, de los primeros parpadeos de felicidad y también de los primeros suspiros de dolor y jadeos de la pasión que toda historia de amor que se precie de tal tiene para ofrecernos.

“Encontrarás la manera de vivir sin mí. Encontrarás la manera de vivir por los dos – le dijo Alexandre a Tatiana mientras el río Kana fluía de los Urales junto a un pueblo entre pinos llamado Lazarevo, donde una vez habían sido jóvenes enamorados.”

Es el párrafo final con que Paullina Simons concluye la historia. Estas palabras pertenecen al recuerdo de Tatiana de un tiempo que no es tan lejano en la historia misma pero sí irrecuperable en ese momento.

Estás palabras cierran el Jinete de bronce y un capítulo en las vidas de Tatiana y Alexandre y dejan la puerta abierta y la luz encendida como una invitación para entrar de lleno en su continuación: Tatiana y Alexandre, el segundo libro de la trilogía donde ya me sumerjo.

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El jinete de bronce – Paullina Simons


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