La literatura ha sido, desde tiempos inmemoriales, un medio fundamental para transmitir ideas, emociones, valores y conocimientos de una generación a otra. A través de las palabras, los autores no solo comparten sus vivencias y pensamientos, sino que también crean un espacio donde el pasado, el presente y el futuro convergen. Este poder único convierte a la literatura en un puente inquebrantable entre los de aquella época y los de ahora y permite que la sabiduría acumulada a lo largo del tiempo se mantenga viva y accesible.
Una de las formas más evidentes en que la literatura conecta pasado y presente es a través del legado de la experiencia. Los textos literarios, ya sean novelas, cuentos, poemas o ensayos, son reflejos de las realidades vividas por sus autores.
Pensemos en Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez, esta novela es una alegoría de la historia de América Latina, aborda temas como la colonización, las guerras civiles, la opresión y la explotación económica. A través de la saga de los Buendía, García Márquez ofrece una mirada crítica y profunda de los ciclos de violencia, corrupción y desigualdad que han marcado a la región. Este enfoque ha permitido a las generaciones posteriores comprender mejor la complejidad histórica y social. Por otro lado, el legado transgeneracional de Cien años de soledad es monumental. Ha influido en la narrativa mundial, ha enriquecido y ha dejado una marca indeleble en la exploración literaria y ha reforzado las bases del realismo mágico. Y vamos por más.
Por ejemplo, Matar a un ruiseñor de Harper Lee. Publicada en 1960, esta novela ha sido un pilar en la literatura estadounidense y en la educación, al abordar temas como la injusticia racial, la moralidad y la inocencia perdida. La historia de Scout Finch y su padre, Atticus, sigue siendo relevante y ha servido como una herramienta para enseñar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la empatía y la lucha contra la discriminación.
Desde el año 1982, La casa de los espíritus de Isabel Allende, se ha convertido en un símbolo de América latina. Ambientada en un país no especificado, es obvio que ha sido inspirada en Chile, durante un período que abarca las décadas de los 70 y 80.
A través de la familia Trueba, Allende refleja las turbulencias políticas y sociales de la región, incluyendo la dictadura, la lucha de clases y las desapariciones forzadas. Esta representación de la historia latinoamericana, y como si el apellido de la autora fuera una analogía, se extiende allende Chile y allende las décadas para convertirse en un lazo generacional, en un himno para las nuevas generaciones que al aprender sobre el pasado de su país y la región, entienden mejor las raíces de los conflictos. El desafío de mantener viva la memoria refuerza el puente entre las generaciones pasadas y nuestro presente.
Los hermanos Karamazov de Fiódor Dostoyevski goza de buena salud desde 1880, gracias a que más allá de su contexto, el contenido resulta válido tanto para el siglo XIX como para nuestro convulsionado siglo XXI. Los temas filosóficos y religiosos que han sido discutidos desde hace muchas generaciones seguirán siendo actuales aun dentro de 100 o 200 años. Cada uno de los hermanos Karamazov encarnan diferentes aspectos de la naturaleza humana y refleja las luchas internas con la moralidad y la fe que heredaron de su padre y de la sociedad en la que crecieron. La herencia moral y espiritual de una generación se transmite a la siguiente y se transmitirá a las venideras.
La literatura funciona, funcionó y funcionará como puente entre el ayer y el hoy gracias a su capacidad para transmitir valores y sabiduría. Muchos textos literarios están impregnados de lecciones morales y reflexiones éticas que han guiado a la humanidad a lo largo del tiempo. Por ejemplo, las fábulas de Esopo o las tragedias de Shakespeare exploran temas universales como la justicia, la lealtad, el amor y la ambición, temas que siguen siendo relevantes hoy en día.
Es importante destacar que la literatura no es estática; evoluciona con cada generación que la lee y la reinterpreta. Los avances tecnológicos han abierto nuevas posibilidades para la creación y difusión de textos literarios, permitiendo que la literatura alcance a un público más amplio y más diverso hoy más que ayer. Y gracias a ese constante fluir de las letras es que las obras literarias contemporáneas, que abordan temas actuales como la globalización, la identidad de género y la crisis climática, están destinadas a convertirse en el legado que las futuras generaciones heredarán.
Porque no solo de narrar historias fascinantes se encargan las grandes obras de la literatura universal, sino también de capturar la esencia de las diferentes épocas en que fueron escritas. Si nos aventuramos a recorrer el tiempo, cruzando los puentes formados por los libros, descubriremos que a pesar de los siglos el alma humana es la misma y los conflictos de la humanidad, más allá de su contexto, no han cambiado.
La literatura es más que una colección de palabras y frases, es un puente que conecta el pasado con el presente y el presente con el futuro. En esta enorme casa que es nuestro planeta, en esta casa que sigue resistiendo las embestidas de una humanidad enloquecida desde siempre, parafraseando a Cortázar me atrevo a decir que: “Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”.
Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
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