Malversación de fondos, dinero negro, cuentas falsas, lavado de dinero, coimas. Corrupción.
En estos últimos tiempos estas palabras explotan en nuestra mente, en nuestra conciencia nos gritan, nos reclaman, nos obligan a decir basta. Porque todo hecho de corrupción es un delito y ese delito que unos pocos comenten infringiendo la ley, es una violación a nuestros derechos, a los de todos y cada uno de los ciudadanos que impasibles asistimos a la degradación de un sistema que debería representarnos y en lugar de eso, nos está diezmando.
Día tras día despertamos con la esperanza de un sistema mejor, más justo, más claro y transparente. Los que ya llevamos varias décadas sobre esta tierra reclamamos la razonable posibilidad de vivir de acuerdo a reglas básicas y dentro de esas reglas toma fuerza uno de los 10 mandamientos: no robarás.
Porque corrupción es, ni más ni menos, sinónimo de robo, de burla. Los funcionarios públicos que comenten un acto de corrupción junto con los gobiernos de turno que permiten esos hechos, que los avalan terminan por hacernos creer que es algo lógico y hasta justificable. Roban pero algo hacen, es la frase que disculpa un hecho imperdonable, un delito que terminamos por considerar hasta necesario en un sistema político, cuando lo cierto es que no solo nos están quitando lo que es nuestro sino que se están mofando de nuestro derecho a reclamar lo que nos pertenece, nuestro derecho a que ese dinero que va a engrosar las arcas de pocos, debería ser el dinero que se reparta equitativamente entre muchos: todos los ciudadanos de bien que habitan el suelo de nuestra bendita nación. Argentina.
Sí hablo en particular de la Argentina, mi país, donde este flagelo de la corrupción está tiñendo de negro un momento histórico de la democracia que tanto nos costó. Estamos a un paso de una nueva decisión terriblemente determinante de nuestro futuro inmediato y nos han puesto entre la espada y la pared, entre el miedo y el terror. Por un lado la corrupción en su máxima expresión por otro lado la incertidumbre. Pero permítanme que deje de lado la incertidumbre, que solo el tiempo esclarecerá. Permítanme que siga reclamando basta, permítanme que nunca más esa frase boba: Roban pero algo hacen, venga a justificar lo injustificable. Permítanme que suene como un eco al infinito esa otra frase esclarecedora de otro momento histórico de nuestro país: Nunca más.
Permítanme que les cuente que este melanoma es un mal universal y a las pruebas me remito con un puñado de libros donde el tema central de la corrupción nos descorre el velo de los ojos y nos muestra que aunque existan personajes que se aprovechan de su posición para beneficiarse, hay también (debe haberlos y sino que aparezcan ¡ya!) personajes que hacen lo posible para llevar a estas personas a la justicia. Permítanme al menos el beneficio de la esperanza.
La corrupción es un pulpo con muchos tentáculos y el narcotráfico es uno de ellos. El tráfico y la comercialización de drogas parece ser una hidra que como la Hidra de Lerna posee la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que se corta. David Lema, nos pone la piel de gallina con Los muertos también gritan, su ópera prima en tierras gallegas donde el melanoma también existe. Una novela que hace que la ficción parezca más real que nunca.
La maestra de Carlos Moreira, es una novela de ficción donde no obstante las muertes de periodistas y políticos, la desigualdad social, las mafias, el narcotráfico, la impunidad y la corrupción son tristemente reales.
Blanqueo de capitales, proxenetismo y prostitución, políticos sobornados, abogados sin escrúpulos, dos partidos que se suceden en el gobierno y que se cubren las espaldas al margen de su presunta ideología, jueces con ansias de poder, todo parecido a esta Argentina que no es mera coincidencia sino el resultado de un cáncer que se extiende de manera global. Chantaje a una jueza de Ana Pardo de Vera nos muestra que España tampoco está inmunizada contra la corrupción.
El único proyecto exitoso en la Argentina fue la corrupción. Lo demás quedó lamentablemente por el camino, afirma Federico Andahazi autor de Las huellas del mal, una novela esclarecedora que retrata la Argentina como una nación joven, pujante y prometedora, de principio de siglo XX, una historia que también nos susurra al oído que la corrupción no es cosa del presente sino que es una pesada herencia de la cual nos está costando desprendernos.
Alejandro G. Roemmers es uno de los autores argentinos con más éxito en los últimos años. Descendiente de la familia creadora de los Laboratorios Roemmers, hace años que se dedica exclusivamente a la literatura. Morir lo necesario es una de sus novelas que nos sumerge en un mundo lleno de drogas, corrupción y relaciones peligrosas que se irán entrelazando de manera compleja y trágica. Y que resulta interesante para conocer a una parte de la sociedad argentina de la que desde aquí no solemos tener noticias. También resulta interesante el tratamiento del autor de las relaciones personales dentro de una familia, como la falta de comunicación entre padres e hijos.
Y por último La raíz de todos los males de Hugo Alconada Mon, un ensayo que puede llegar a ser esclarecedor de cómo el poder montó un sistema para la corrupción y la impunidad en la Argentina.
Y para culminar permítanme ser naif y pensar que a futuro (es probable que yo ya no exista) se encontrará la cura para el cáncer de la corrupción y el mundo todo podrá decir de pie que por fin “funcionario público” ya no es sinónimo de “ladrón”.
Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
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Libros en el artículo
- Chantaje a una jueza – Ana Pardo de Vera
- La raíz de todos los males – Hugo Alconada Mon
- La maestra – Carlos Moreira
- Las huellas del mal – Federico Andahazi
- Los muertos también gritan – David Lema
- Morir lo necesario – Alejandro G. Roemmers
Todos en Nuestra Librería Literaria