La lectura es esencial e imprescindible en nuestras vidas. Aumenta nuestra curiosidad y conocimiento, nos mantiene informados, despierta nuestra imaginación, alimenta nuestra inspiración y hace que surjan ideas. Leer es mantener una conversación con el mundo entero, aunque el mundo quede allá afuera y parezca lejano. Leer es no estar nunca solo. Leer nos eleva mucho más de lo que a primera vista pareciera posible y, aún sin proponernos un cambio, la lectura nos moldea, nos re-crea. Pero también nos recrea, nos entretiene.
Al leer establecemos una conversación con el libro, con su contenido, con el autor, con ese universo contenido entre dos tapas. Ese coloquio lectivo es ante todo recreación, de la materia leída como del alma lectora. Mil veces he dicho a mis talleristas y reitero: que la lectura recrea y nos re-crea. Todo cuanto un hombre lee es por él personalmente recreado, vuelto a crear. Cualquiera de nosotros puede alcanzar un nivel de lectura por encima de la media normal, no hace falta ser eruditos, ni anotarse en un Master de letras para lograrlo. Se trata solamente de hacernos conscientes de que mediante la lectura el pensamiento de Aristóteles vuelve a nacer y la trascendencia de Hamlet cobra sentido. Y estos son solo ejemplos. Porque si somos capaces de entender que leyendo nos elevamos, si tomamos consciencia de que el simple acto de leer inyecta vida a la siempre viva materia del pensamiento plasmada en el papel, si alcanzamos a entender que leer no es un simple acto recreativo (aunque también lo sea), si comprendemos el alcance de la palabra “re-crear”: estaremos, por medio de la lectura siendo participes de un maravilloso acto: esa enmienda, esa transformación que de nosotros hace la lectura cuando aquello que se lee interviene, rectificándonos o ampliándonos, en tanto seres pensantes.
Sin por eso dejar de lado la recreación que es fundamental, leer es un acto lúdico que nos enseña a vivir. Sé que asentirás en silencio si te digo que gracias a un libro hemos viajado un rato por tierras remotas que nunca conoceremos, es posible que dibujes una sonrisa si te digo que merced a un libro hemos aprendido más sobre el amor, sobre el odio, sobre la guerra y la paz que solamente viviéndolas. La tierra del ensueño o la locura quijotesca de vivir aventuras imaginarias, el proustiano del tiempo perdido y recobrado pueden llegarnos mediante un libro y ni que hablar de los viajes interestelares, de las pesquisas policiales, de las reivindicaciones sociales que hasta nos proponen ser mejor de lo que somos, más ágiles, mejor dispuestos, al salir del sueño de una novela e insertarnos con una mirada distinta en la vida real. En una palabra, que al cerrar las tapas de un libro no seremos los mismos porque además de recrearnos hemos sido re-creados.
El desafío es formarnos como lectores autónomos, como decía Gianni Rodari, “no para que todos sean artistas sino para que nadie sea esclavo”. Y de eso se trata leer con consciencia de lectura. ¿Qué, cómo y para qué leer? Es un libro sobre libros, de Beatriz Actis es una propuesta destinada a padres, docentes, bibliotecarios, animadores culturales y toda persona interesada en leer o en desempeñarse como mediador para la lectura de otros, la autora propone un texto-brújula para que amplíen su mundo los lectores desorientados. Apto para iniciarse en la toma de conciencia de que si eres lector voraz, además, puedes convertirte en un mejor lector.
En una época en que los medios de comunicación electrónicos, gracias a su rapidez y su amplia difusión, amenazan con eclipsar la lectura y la literatura, Harold Bloom explora de un modo sencillo y directo. Su ensayo “Cómo leer y por qué”, instructivo y práctico a un tiempo, no va destinado a los medios eruditos y universitarios, sino al público en general amante de la lectura, al que ofrece un brillante análisis de las obras literarias fundamentales.
Este libro es un Tratado de magia. Mezcla, pues, recetas y consejos para lograr encantamientos prodigiosos. Así comienza “La magia de leer” de José Antonio Marina donde según sus palabras aprenderemos que: Leer es descifrar cualquier tipo de signo. Por eso, si admitimos, como hacen los poetas o los místicos o los psicoanalistas o los celosos, que todo es símbolo o indicio de algo, que continuamente habitamos en un bosque de signos, podríamos decir que nuestro modo principal de conocer la realidad es leyéndola. Un excelente y ameno tratado sobre el arte de re-crearnos leyendo.
La vida es “Como una novela” y si no me crees ataca este precioso libro del escritor francés Daniel Pennac, una verdadera joya, una experiencia de vida con la cual te sentirás identificado. Es imposible no salir de su lectura tan satisfecho como si te hubieses sentado a tomar un café con amigos y charlar de aficiones comunes, sin actitudes ni poses.
Si te animaste con las anteriores propuestas de lectura puede que no resistas a entrar en “El lector común” donde Virginia Woolf que además de ser una de las novelistas más importantes y revolucionarias del siglo XX, fue una lectora y una ensayista muy aguda y penetrante, como demuestran estos ensayos sobre literatura de todos los tiempos: Defoe, Jane Austen, George Elior, Joseph Conrad, John Donne; en definitiva, la tradición literaria en la que quiso verse y a la que quiso contestar. Estos textos resultan el complemento ideal para incursionar en sus textos y en los textos de los autores citados.
En la introducción a su “Curso de literatura europea”, Vladimir Nabokov sostiene que hay buenos y malos escritores y, también, buenos y malos lectores. Y agrega que el lector inteligente “lee el libro genial no tanto con el corazón, no tanto con el cerebro, sino más bien con la espina dorsal. Es ahí donde tiene lugar el estremecimiento revelador, aun cuando al leer debamos mantenernos un poco distantes, un poco despegados. Entonces observamos, con un placer a la vez sensual e intelectual, cómo el artista construye su castillo de naipes, y cómo ese castillo se va convirtiendo en un castillo de acero y cristal”. ¿Qué características deberían atribuirse a los buenos lectores? En la obra citada, Nabokov facilita diez posibles descripciones y nos propone que elijamos cuatro. ¿Cuáles elegirías?
1) Un buen lector debe pertenecer a un club de lectura.
2) Debe identificarse con el héroe o la heroína.
3) Debe concentrarse en el aspecto socioeconómico de la novela.
4) Debe preferir un relato con acción y diálogo a uno sin ellos.
5) Debe haber visto la novela en película.
6) Debe ser un autor en ciernes.
7) Debe tener imaginación.
8) Debe tener memoria.
9) Debe tener un diccionario.
10) Debe tener cierto sentido artístico.
Si quieres saber cuáles elige el autor ruso adéntrate en la lectura de este libro y si te quedas con ganas de más también te recomiendo “Curso de literatura rusa” del mismo autor.
“La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta” dijo alguna vez André Maurois. Al leer establecemos una conversación con el libro, acto después del cual ni el libro ni nosotros mismos seremos los mismos.
Profesora de escritura creativa y coordinadora de talleres literarios, editora y correctora literaria, reseñadora y crítica literaria.
Libros en el artículo
- La magia de leer – Jose Antonio Marina
- El lector común – Virginia Woolf
- Cómo leer y por qué – Harold Bloom
- Curso de literatura rusa – Vladimir Nabokov
- Curso de literatura europea – Vladimir Nabokov
- Como una novela – Daniel Pennac