Cuidemos nuestra casa

La palabra humano proviene del latín “humus” que significa tierra, el sufijo “anus” indica procedencia de algo. El hombre como “ser humano” es entonces, sin lugar a dudas, un ser que proviene de la tierra.
Sin embargo, es tan largo y complejo el camino que el hombre ha recorrido que esa escalera hacia lo que llamamos “progreso” no ha permitido que ascendiéramos sino que, por el contrario, nos ha llevado gradualmente a un descenso en nuestra condición de ser humano.
La involución del hombre parece inevitable. Sin embargo, felizmente el hombre es altruista por naturaleza, de manera que también posee la capacidad de la generosidad y sobre todo la capacidad mental y afectiva de identificarse con los demás seres vivos. Gracias a esa facultad propia del hombre, una cierta porción de la humanidad ha llegado a comprender que ese descenso en la escala de valores, que nos ha alejado irremediablemente de nuestra condición de “seres humanos”, debe ser revertido.
Durante demasiado tiempo, hemos estado explotando y destruyendo los ecosistemas de nuestro planeta. Cada tres segundos, el mundo pierde una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol y, tan solo en el último siglo, hemos destruido la mitad de nuestros humedales. El 50% de nuestros arrecifes de coral ya se han perdido y para 2050, podrían desaparecer hasta el 90%, incluso si el calentamiento global se limita a un aumento de 1,5°C.
La pérdida de los ecosistemas está privando al mundo de sumideros de carbono, como los bosques y las turberas, en un momento en que la humanidad ya no puede permitírselo. Las emisiones globales de gases de efecto invernadero han aumentado durante tres años consecutivos y el planeta está a un paso de un cambio climático potencialmente catastrófico.
La aparición de la COVID-19 también ha demostrado lo desastrosas que pueden ser las consecuencias de la pérdida de ecosistemas. Al reducir el área de hábitat natural para los animales, hemos creado las condiciones ideales para que los patógenos, incluidos los coronavirus, se propaguen.
Si lo anterior te ha impactado, si alguna vez te has cuestionado esta involución y sobre todo si sueles preguntarte cómo revertir un hecho que ya parece consumado, entonces este 5 de junio, podremos festejar juntos “El día internacional del medio Ambiente”.
Esta fecha se instituyó con el objetivo de contribuir a crear conciencia acerca de la necesidad de proteger y mejorar el medio ambiente, en recuerdo a la apertura de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972), reunión en la que se aprobó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA.
Cada año, gobiernos, empresas y ciudadanos en un esfuerzo por abordar los más apremiantes problemas ambientales, renuevan la toma de conciencia sobre el cuidado de la única casa que tenemos: La Tierra.

5 de junio de 2021. ¿Qué es lo que se puede hacer el Día Mundial del Medio ambiente? En principio tomar conciencia y pasar del dicho al hecho.
Por ejemplo: iniciar un proyecto de concientización a nivel local, regional o nacional: conttarle al vecino que todos tenemos un papel importante, que todos podemos y debemos cuidar nuestra casa. También puedes ir más allá y limpiar un lago, una playa, un parque o la zona natural donde vives. Por qué no crear áreas verdes en tu hogar, en la empresa, la escuela un espacio público. Dejar de adquirir productos y servicios que no están certificados como sostenibles. Comenzar una nueva política de dieta o servicio    de comidas con base en productos regionales, sostenibles y a base de vegetales. Puedes alzar la voz y comunicar la importancia de cualquier medida que colabore a mantener el equilibrio de un ecosistema. Puedes hacerlo viral a través de las redes y si quieres centrarte en este movimiento verde puedes leer y recomendar una serie de libros que te ayudarán y nos ayudarán a cuidar de nuestra casa: La Tierra.
Acá te acerco algunos títulos:

“En busca del árbol madre”, Suzanne Simard, la experta mundial en ecología forestal, nos propone un viaje de descubrimiento conmovedor y profundamente personal que cambiará para siempre la forma en que vemos los árboles y todos los otros seres vivos del bosque.

Con “Una vida en nuestro planeta, caminarás de la mano de David Attenborough, su autor que ha sido testigo del declive de nuestro planeta. Sus experiencias de vida son también su testimonio y una visión para el futuro. Es la historia de cómo llegamos a cometer esto, nuestro mayor error, y cómo, si actuamos ahora, aún podemos corregirlo.

Si estás convencida/o de que “Los árboles te enseñarán a ver el bosque” entonces esta es la lectura que estabas esperando. Su autor Joaquín Araujo, sostiene que cada árbol en pie es un punto de apoyo para la lisiada humanidad, para los aires rotos, para la vivacidad en su conjunto, para hacerle cara al desierto, para combatir el ruido y a la amontonada fealdad que la prisa siembra en casi todos los rincones. Nada como los árboles para darnos paz y ayudarnos a conectar con la Naturaleza y a reencontrarnos con nosotros mismos.

Y, ¿qué pasaría si descubrieras que entre tú y los árboles hay un lazo invisible? Con “Escrito en los árboles”, Valerie Trouet nos lleva desde las remotas aldeas africanas hasta los radiactivos bosques rusos para ofrecernos una mirada privilegiada acerca de las aplicaciones de la ciencia que estudia los anillos de los árboles. Combinando ciencia, historia cultural y diarios de viaje, la autora analiza los peligros naturales y artificiales que han quedado grabados en los anillos de crecimiento para comprender las dinámicas climáticas que han influido en las civilizaciones humanas durante los últimos dos milenios. Y esto lo hace a través de curiosos relatos en los que aparecen piratas, faraones, marcianos, samuráis y Gengis Kan, que se entrelazan hábilmente para desvelar los claros vínculos entre los humanos y los árboles.

“Nuestro planeta” escrito a dos manos por Keith Scholey y Alastair Fothergill, nos explican que los hábitats, lugares y especies son parte de un todo interconectado y existe una asombrosa diversidad que es imprescindible para mantener la salud del mundo en que vivimos. Esta es la mayor fortaleza del planeta y su mayor debilidad, y en este libro se explica cómo dar una oportunidad a la naturaleza, y cómo, a veces, las cosas pueden mejorarse. Esperanza es la palabra que aparece en todas las páginas de este libro, este es nuestro planeta y podemos repararlo.

“El mar que nos rodea” de Rachel Carson, nos recuerda que del agua venimos y del agua vivimos. Este clásico de la Ecología, que nos recuerda la imperiosa necesidad de preservar la naturaleza y la vida en todas sus formas. Carson no solo se remonta al origen de la vida, ligada al agua, sino que propone un recorrido fascinante por todos los aspectos de la ciencia marina en un cautivador estudio acerca del proceso de formación de los océanos, a la vez que un alegato en favor de su conservación.

Porque hay una luz de esperanza en medio de tanta oscuridad compulsiva. Somos tú y yo querido lector, pero somos muchos más que dos, hay cientos como nosotros desparramados por todo el planeta, cientos que alzamos la voz en nombre de un planeta en llamas que nos grita desesperadamente que volvamos la vista hacia cada rincón de nuestro planeta, que regresemos a casa, que regresemos a la tierra.

“Cuidemos nuestra casa leyendo”.


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