¿Para cuándo el Nobel?

“Es mi deseo expreso que al otorgar los premios, no se tenga en cuenta la nacionalidad, sino que el premio se otorgue a la persona más valiosa, sean o no escandinavos”. Así se expresaba Alfred Nobel cuando firmó su testamento, donando la mayor parte de su fortuna a una serie de premios en Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y Paz. Así nacieron los Premios Nobel. Un testamento que causó gran controversia, no solo para su familia, que se opuso al establecimiento del Premio Nobel, sino también por la opinión pública a nivel internacional. Hoy, se considera el galardón más prestigioso del mundo.

“La totalidad de lo que queda de mi fortuna quedará dispuesta del modo siguiente: (…) una parte a la persona que haya producido la obra más sobresaliente de tendencia idealista dentro del campo de la literatura (…) Así reza parte de ese testamento.

Pero…. ¿Los criterios de la Academia Sueca se ajustan a ese deseo? ¿Se otorga realmente el Premio a quienes lo merecen? No me meteré con la Ciencia ni con la Física, menos aún con la idea quién merece el Nobel de la Paz, hablaremos de lo que nos compete: la Literatura.

A lo largo de sus 100 años desde que fuera otorgado el primer Premio Nobel en el año 1901, muchos de los criterios utilizados por la Academia para otorgar el Nobel de Literatura son incuestionables.
En el caso de Gabriel García Márquez, a quien le fue otorgado el Premio en 1982, la Academia Sueca destacó la narrativa polifacética del colombiano, cuyos registros iban desde el cuento, la novela y la novela corta, hasta el periodismo político y la crónica. Bravo.
Los méritos literarios de Vargas Llosa son tan obvios que, para justificar el premio Nobel ni siquiera siento la necesidad de enumerarlos y aunque la faceta del hombre que piensa en voz alta sobre los fenómenos colectivos, que es innegable del escritor peruano, le ha granjeado no pocos detractores, pero más numerosos son los que nos sustraemos al placer de la lectura de sus obras, aunque no coincidamos con algunas de sus opiniones. De todas formas, no se otorga el crédito a un escritor por lo que piensa sino por su innegable valor artístico y literario.
Es innegable el valor artístico y literario de Jorge Luis Borges y sin embargo no ganó el Novel. Algunos afirman que por razones políticas, otros esgrimen razones que no necesariamente son válidas sino más bien subjetivas. El académico Anders Österling, presidente del Comité, rechazó en el año 1967 a Borges porque era, según sus propias palabras «demasiado exclusivo o artificial en su ingenioso arte en miniatura». Las subjetividades no tienen cabida a la hora de determinar valores y por eso, aunque el año anterior (1966) Österling había rechazado a Samuel Beckett por su «tendencia nihilista y pesimista sin fondo», dos años después el dramaturgo fue reconocido por los suecos.
Sin embargo, es casi una constante que las decisiones de otorgar el máximo galardón no siempre sean acertadas. Eso sucedió con el anuncio oficial del Premio a Bob Dylan, que dejó a muchos sin aliento, casi sin palabras frente a la decisión. No solo porque dejó afuera a monstruos de la talla de Haruki Murakami, el novelista estadounidense Phillip Roth, y si nos centramos en la poesía que es lo que supuestamente categorizó a Dylan para ocupar el primer puesto también quedó afuera el poeta sirio Alí Ahmad Said Esber, más conocido como Adunis, considerado desde hace varios años uno de los aspirantes a obtener el Premio Nobel de Literatura, claro Adunis es sirio y escribe en árabe y quizás eso haya condicionado la decisión final que decantó a favor del cantautor inglés.

Después de la distinción a Bob Dylan puede ocurrir cualquier cosa y lo más probable es que los eternos candidatos al Nobel sigan esperando en la fila y como si se tratara de un premio de azar solo reciban como compensación un par de palabras: “sigue participando”.
La lista sería eterna pero no puedo sustraerme, aunque más no sea a una breve enumeración. Desde España: Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes, Juan Mayorga y Fernando Aramburu, los colombianos Fernando Vallejo y Juan Gabriel Vásquez, el venezolano Rafael Cadenas, el chileno Raúl Zurita y el cubano Leonardo Padura. Entre los europeos mencionó al rumano Mircea Cartarescu, el húngaro László Krasznahorkai, la rusa Liudmila Ulitskaya, la francesa Nina Bouraoui, la finlandesa Sofi Oksanen y el noruego Jon Fosse.

Y la lista sigue. Tanto es el estupor de que queden afuera grandes de las letras que no puedo dejar de invocar un nombre con el cual se me hace agua (letras) a la boca.

Nació un 16 de junio de 1938 en EE.UU. Es Licenciada en lengua y Literatura inglesa, Doctorado y Master en letras. Profesora en la Universidad de Detroit y luego en Canadá en la Universidad de Windsor, en Ontario. Fundó junto a su marido, también profesor universitario, una editorial. Regresó a Estados Unidos, ejerciendo como profesora de Escritura Creativa en la Universidad de Princeton. En 1970, obtuvo el Nacional Book Award, y es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras. Propuesta en varias oportunidades al Premio Nobel de Literatura Joyce Carol Oates, probablemente la mejor escritora norteamericana viva, todo un clásico sobre el que aletea el Nobel, sus 82 años sobre esta tierra y sus más de 50 como escritora avalan lo dicho. Su inclinación temática a los crímenes, a los abusos sexuales, al incesto, al retrato de asesinos y víctimas y a las brumas del thriller psicológico, en suma, la ha puesto especialmente en el lado de esta literatura de la violencia.
En “Blonde” ambientó la vida y la muerte ornamentándola con todos los sueños, necedades, estallidos de ilusiones y desilusiones que acompañaron a la grande Marilyn Monroe.
“Persecución” cuenta la historia de una joven traumatizada en su niñez cuyas pesadillas inconexas apenas esbozan la tragedia que sufrió y que se le oculta a ella tanto como al lector.
“Ave del paraíso”, nos provoca, nos escuece, nos duele mientras retrata la vida del que se abre paso a las trompadas, entrando por esa puerta estrecha que sólo el alcohol, las drogas y el sexo simulan como enorme y placentera.

Pero sobre todo sus libros son el testimonio cabal de esta sobria, implacable e inquisitiva escritora que antes que nada es mujer.
Pero, ¿quién es Joyce Carol Oates?
Prolífica y versátil ha incursionado en varios géneros entre los cuales podemos citar: cuento, relatos cortos, teatro, ensayos, poemas, libros juveniles e infantiles y por supuesto sus soberbias novelas. De su obra habría que destacar: “Qué fue de los Mulvaney”, “Monstruo de ojos verdes”, “La hija del sepulturero”, “Bestias”, “Una hermosa doncella”, por citar algunas de sus más de 50 novelas. Oates ha escrito sobre todo, o casi todo: la pobreza rural, los abusos sexuales, las diferencias de clase, las luchas de poder, los conflictos raciales, el sueño americano, los padres, la niñez y adolescencia de las mujeres, el terror… A través de las vivencias de sus personajes, la mayoría son mujeres, realiza un profundo análisis de la violencia que ejercen sobre ellas los hombres y el machismo incrustado en la estructura social americana. “El libro de los mártires norteamericanos” es una profunda reflexión sobre el aborto y la pena de muerte, dos temas controversiales y vigentes. Pero como todos sus libros no deja de lado los problemas esenciales de nuestras sociedades y de nuestras propias vidas. Los libros de Oates desnudan sin eufemismos nuestra condición humana. Oates nos ayuda a entendernos, sin justificaciones y sin ambages nos permite aceptarnos parapetándonos del lado de las víctimas, los débiles de la historia que en el fondo son los héroes de la vida.

No logro desentrañar el misterio por el cual la noble Academia sueca reincide una y otra vez en la negación del Nobel a Joyce Carol Oates, sin embargo, me remito a la noble actitud de la autora cuando afirma: “No pienso mucho en los premios, cada vez que me dan uno me sorprende”.

Lo siento mucho señora Oates, si algún día le otorgan el Premio Nobel, no me sorprendería en lo más mínimo.



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