Misterios acogedores

Hace un par de siglos atrás una novela era una novela. Más tarde las novelas fueron tantas y tan variadas que hizo falta clasificarlas, ordenarlas, establecer categorías para saber de antemano qué tipo de historia vamos a leer. Las clasificaciones corren por cuenta de los críticos de literatura que aman tener todo reglado y organizado, aman encasillar y tener todo bajo control. Y no está mal porque entonces sabemos que somos adictos a la novela histórica o a la novela romántica o la novela policial. Para eso sirven las clasificaciones, no para mucho más y aunque el placer de leer no pasa por un género, las preferencias existen.
Vamos a centrarnos en el género policial. Y para complacer a los críticos de las letras puntualicemos que el policial es un género literario (otra vez la clasificación) que agrupa las narraciones breves de hechos ficticios o reales, o de hechos que tengan que ver directamente con criminales y con la justicia, generalmente teniendo como tema principal la resolución de un enigma, la persecución de un delincuente, o temáticas similares.
La estructura es conocida: escena del crimen, pistas, una hipótesis y la investigación que ocupa el 80% de la historia. Buscar pruebas, interrogar a testigos o sospechosos, revisar la escena del crimen, analizar las pistas y resolver el caso.
Todos los que amamos este género damos las gracias de que en la actualidad haya tanto material publicado, o no, porque leer todo lo que está en plaza es un desafío que nos compromete para el resto de nuestra vida. Y por ese afán de clasificación y porque el policial tiene distintas vertientes, los subgéneros son muchos.

El policial negro o duro. A sus autores les interesa denunciar y describir con realismo núcleos sociales en los que se presenta el crimen y rige la ley del más fuerte, y donde el dinero determina las acciones de los hombres. Acá se llevan las palmas: Dashiell Hammet, el papá de este subgénero y Raymond Chandler que toma la posta. Pero los argentinos no nos quedamos atrás y por eso cabe citar a Osvaldo Soriano con “Triste solitario y final” o a José Pablo Feinmann con “Ni el tiro del final te va a salir”.

La Novela de Espionaje. Nacida gracias a la 1º y 2º Guerras Mundialeseste subgénero nació imaginando complots y “casos” que venían a reemplazar una interpretación objetiva y racional de la Historia a través de una visión conspirativa. El mundo del espionaje es espejo del de la política actual y también se derrama sobre el espectáculo y la vida privada de toda persona pública. Operaciones, filtraciones, escuchas, audios y videos comprometedores, chantaje, complots, casos (affaires) que conmueven a la opinión pública. Si queremos abordar cómo el Estado y las superestructuras jurídicas y mediáticas de un país influyen en las subjetividades, es probable que una novela de espionaje no deje atados al libro desde la primera hasta la última página. Si es lo que estás buscando, Jhon le Carré no te va a decepcionar, tampoco Frederick Forsyth e Ian Fleming (el creador de James Bond). Sí, sí, ya sé lo que estarás pensando, autores del siglo pasado pero los hay en el presente también: la trilogía de Falcó de Arturo Pérez-Reverte, formada por “Falcó”, “Eva” y “Sabotaje”. “El espía imperfecto” de José Luis Caballero. “Mossad. La historia secreta” de Thomas Gordon.

Los thrillers. Otro subgénero que a mí personalmente me apasiona y que por suerte están a la orden del día, y si son psicológicos mejor aún. El eje de la trama de un thriller es la víctima. Espera, angustia y suspenso son los ingredientes con los que se presenta el acoso y la violencia que se abate sobre la víctima que, generalmente, sabe que su fin es irremediable. El desafío consiste en llegar a la comprensión del porqué de su situación antes de que sea demasiado tarde. Los ejemplos ocuparían estanterías y estanterías. El Thiller psicológico gana por knockout y hay tantos autores como novelas. John Katzenbach inicia la lista con su primer éxito de superventas “El psicoanalista”, al cual siguieron otras tantas novelas de este autor, a mi modo de ver similares entre sí, donde solo cambia la víctima y el contexto. Otro recomendable es: “La verdad sobre el caso Harry Quebert” de Jöel Dicker, no se queda atrás:“El silencio de la ciudad blanca” de Eva García Sáenz de Urturi, primera de una trilogía que atrapa o “El guardián invisible” de Dolores Redondo que apela a los mismos elementos que el anterior y que por ende también atrapa. Pierre Lemaitre, un francés que se las trae con una mezcla de policial duro y el thriller psicológico y lo hace muy pero muy bien, les recomiendo “Nos vemos allá arriba”.

Pero como el afán por la clasificación no acaba, los subgéneros policiales no dejan de aparecer. En las últimas décadas está haciendo bastante ruido el denominado “Cozy mystery”, en español: Misterio acogedor. Este subgénero en verdad es un derivado (o deberíamos decir sub-subgénero) de la novela de misterio. Sí, esas novelas policiales que hicieron furor a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX con los éxitos de Conan Doyle y de Agatha Christie.

Las novelas que tratan el misterio acogedor son de fácil y entretenida lectura y en ellos (gracias por un respiro) el sexo y la violencia están minimizados o son tratados con una buena carga de humor. Los crímenes suelen ser investigados por una aficionada con ciertas aptitudes y sólida educación. Transcurren en pequeñas y encantadoras ciudades donde todo el mundo se conoce y donde la protagonista suele tener un pequeño restaurante, librería o tienda de mascotas. Suele ser una persona encantadora a la que todo el mundo le abre su corazón y aunque ella no sea detective, forense o policía puede tener un marido, novio o amante que lo sea.
En estas historias, es importante que los protagonistas sean entrañables para que el lector sienta el deseo de visitarlos una y otra vez y esté pendiente de la siguiente publicación. También es importante que los secundarios sean excéntricos, divertidos o graciosos y tengan empatía con la protagonista.
El misterio acogedor está etiquetado como amable, el asesinato ocurre como algo inesperado y sorprendente y la víctima suele ser alguien poco agraciado y apreciado y a veces hasta merecedor de su suerte. Es considerado en igualdad de condiciones con las novelas rosas y casi siempre son las mujeres las que más se enganchan con este tipo de historias.
Las novelas de la tía Dimity de Nancy Atherton presentan a la estadounidense Lori Sheppard, que se instala en un pueblo inglés gracias a una herencia de su «tía».
Dimity se comunica con Lori, a través de un diario mágico, para ayudar a resolver los misterios que involucran a Lori y sus vecinos como: “La muerte de la tía Dimity”, “La tía Dimity y el duque”, “La tía Dimity mata al dragón” y una lista casi interminable, ya que son libros sencillos y con un par de cambios en algunos personaje y contextos el próximo es simplemente una copia de los anteriores.
La serie Hilary Tamarde Sarah Caudwell presenta a la profesora Hilary Tamar y un elenco de jóvenes abogados londinenses inteligentes y propensos a problemas. Entre algunos de sus títulos destacan: “Así fue asesinado Adonis”, “El camino más corto al Hades”, “Las sirenas cantaron de asesinato”.
Las novelas del Sr. y la Sra. North de Richard Lockridge presentan a una pareja común que vive en Greenwich Village con sus gatos Gin, Sherry y Martini y resuelven misterios. “Los norteños se encuentran con el asesinato” “Asesinato fuera de turno”, “Una pizca de veneno”, entre otras.

El cóctel de Jessica Fellowes es la aristocracia británica de principios de siglo XX, señores, criados y misterio a lo Agatha Christie mezclado con crímenes históricos. “Los crímenes de Mitford” inicia una saga con seis libros más.

Y si a esta altura te estás preguntando si entrar en alguna de estas novelas no te haría perder de vista lo interesante del género policial, la respuesta es “no”. El suspenso está, el misterio subyace, es verdad que le falta una pizca de altura literaria pero al fin y al cabo, si nos ponemos quisquillosos apartaríamos de un plumazo la mitad de los títulos que aparecen en cartelera, policiales o no. Más allá de toda broma, este subgénero te brindará algunas horas de relax y por qué no, quizás entrando por esta puertita chica, te hagas aficionado a otros autores de envergadura y lo más importante: no te pierdas de incursionar en el género policial que siempre promete mantener tu mente en acción.

Artículo relacionado: El género policial es una sana costumbre

Libros en el artículo

  • El psicoanalista – John Katzenbach
  • La verdad sobre el caso Harry Quebert – Joel Dicker
  • Los crímenes de Mitford – Jessica Fellowes
  • Ni el tiro del final – Jose Pablo Feinmann
  • El profesor – John Katzenbach

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