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Matthew Pearl, nació en 1975 en la ciudad de New York y en 1997 se graduó en literatura Inglesa y Norteamericana en la Universidad de Harvard. Fue premiado por la Sociedad Dante de América en 1998 y se gradúo de la escuela de Derechos en Yale en el año 2000. Y sin duda como escritor le queda un muy largo camino por recorrer.
Con una evidente dosis de conocimiento de la obra de Dante Alighieri, Pearl construye una novela de neto corte policial e intriga que nos sumerge en la sociedad bostoniana de finales del siglo XIX.
El esquema policial que utiliza es el de la novela de enigma que preconizado por con Sir Arthur Conan Doyle a la cabeza, seguido de Cherteston, Agatha Christie, Dickson Carr, Anthony Berkeley, propone una suerte de milagrosa partida de ajedrez, en palabras de Borges. El enigma es una incógnita, un secreto que, como tal, encierra la clave misma de la historia. Una historia basada en un enigma debe provocar inquietud en el lector y, por consecuencia, el deseo de desciframiento, que es uno de los motores de la lectura. El objetivo principal es mantener en todo momento la curiosidad y el interés del lector por descifrar. El personaje del poeta Holmes como su homónimo protagonista de las novelas de Sir Arthur Conan Doyle, es quien lleva adelante la parte deductiva del enigma de El club Dante . Es sin duda el conocimiento supremo y minucioso de la obra del Dante, así como el buen manejo de la técnica del policial de enigma, por parte de Pearl, lo que rescata de alguna manera la novela y suplanta en gran medida el evidente déficit literario de la obra. Es el Club Dumas, una novela donde por momentos nos parece estar asistiendo de forma reiterada a un torbellino de información desconectada, a una avalancha de sucesos que se suceden sin orden y se agolpan en la mente del lector causando un caos que, solo pocas páginas después, Pearl logra acomodar ubicándonos en lo más importante de la historia que es la investigación de los crímenes y que mucho tienen que ver con los diferentes cantos de la Divina Comedia. Salta de escenas e introduce detalles de aquí y de allá, dentro de un proceso narrativo que va por otros carriles, el desarrollo de las acciones se ve interrumpido, casi de manera constante, para acotar datos que no vienen al caso y que en el total causan la sensación de un libreto de cine con los saltos de escena en escena ya armados, que no se condicen con el ritmo narrativo habitual de una novela. Si usted es un lector paciente y consecuente logrará vencer el tedio de las primeras 100 páginas y una vez habituado a ese ritmo alternante y alterado logrará atrapar el hilo de la historia y llegar ileso hasta el final. Claro que como toda novela policial contemporánea ésta también es una excusa para mostrar otros aspectos sociales, en este caso la intolerancia religiosa, literaria y social de la época junto con la presencia de un trastorno causado por eventos traumáticos en los veteranos de la guerra civil norteamericana. Este disturbio mental, es conocido hoy en día como “Síndrome de Estrés Postraumático”, un disturbio de ansiedad que generalmente surge después de experiencias traumáticas como por ejemplo, participar en combate militar o ser testigo de ello. Este disturbio psicológico es la cuerda sobre la cual se balancea el eje temático de la novela: un grupo de intelectuales literarios de Boston, liderados por Henry Wadsworth Longfellow, traducen La Divina Comedia de Dante Alighieri. Pero el progreso de la traducción, es amenazado por el surgimiento de una serie de asesinatos cuyo “modus operandi” está inspirado en uno de los reinos de Dante en La Divina Comedia. Lo que verdaderamente he disfrutado de esta ficción, es su magnífica mezcla de personajes y situaciones, reales y ficticias. Sus personajes principales, tres grandes poetas que existieron de verdad en el siglo XIX en Boston: Henry Wadsworth Longfellow, Oliver Wendell Holmes y James Russell Lowell son recreados para que además de su intelecto, una serie de casos fortuitos sea lo que los ayude a develar al autor de estos asesinatos. Sin embargo, Pearl adolece de lo que yo llamaría cintura literaria y se pierde la magnífica posibilidad de habernos podido acercar retratos más nítidos, más claros, mejor perfilados de estos tres protagonistas que sin duda comparten cartel actoral pero cuya idiosincrasia ha sido lamentablemente desperdiciada en la historia.
Cabe destacar que Pearl logra unir sus conocimientos académicos, como estudioso no solo de Dante sino de los poetas Románticos en general (Milton, Emerson, etc.) a sus conocimientos legales, demostrándolo a través de la estructura narrativa de forma detectivesca. La ficción es narrada desde una voz omnisciente que expone los puntos de vista de los personajes en tercera persona. Si bien en el taller literario recomiendo siempre evitar la omnisciencia en el caso del policial este punto de vista otorga al narrador la posibilidad de ponerse del lado del lector y juzgar los hechos a medida que se van desarrollando, lo que pretende Pearl es que el lector conozca todas las posibilidades de resolución pero no subjetivizar sobre ninguna, esto hace a su vez posible la intriga y la posibilidad de que todos los actores sean inocentes y a su vez cualquiera pueda ser culpable.
Estructuralmente responde a lo que pudiéramos denominar patrones del género policial, pero no logra atraparnos con la intensidad que uno espera de este tipo de narraciones. Lo cierto es que una buena historia debe atender al menos dos flancos: el técnico y el literario. En este caso, Pearl solo atiende lo técnico y deja de lado el aspecto literario con lo cual no logra que la historia termine de atraparnos. Sin embargo, Pearl se rescata proponiendo puntos de análisis literarios y debates intelectuales que interesan la esencia misma del conocimiento de quienes estudian a los poetas citados en la obra como es el caso de la contienda mantenida entre Poe y Longfellow. Y logra un interesante trabajo desde el punto de vista histórico ya que nos sumerge en medio de una época y por medio de sus actores reales en el siempre atrapante escenario de Boston de fines del siglo XIX.
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