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Isabel Allende está considerada la más popular novelista iberoamericana. Ha vendido más de 35 millones de ejemplares y su trabajo ha sido traducido a más de 27 idiomas.
Parece casi sobrenatural, pero la sola mención del nombre de Isabel Allende predispone a los lectores de sus obras a dos sensaciones encontradas: el vértigo del amor y el orden de la cotidianeidad.
El amor, ese que sin sortilegios gastados, pero con el siempre renovado hechizo de dos miradas que se unen, nos atrapa desde el primer párrafo de sus obras. Y su prosa mesuradamente descabellada que organiza la cotidianeidad, apartando del caos más escandaloso situaciones diarias, con ese toque milagroso que el realismo mágico otorga a cualquier historia.
De amor y de sombra. Es la cuarta novela de la escritora chilena Isabel Allende (1942), publicada en 1984, fue el segundo gran éxito de la autora después de La casa de los espíritus.
A modo de "Aviso al lector", Isabel Allende nos indica que la historia que estamos por empezar a leer es verídica y que le fue, junto con otros testimonios, relatada por sus protagonistas. Su intención, su "deseo" al transcribirla, nos dice, es "para que no lo borre el viento".
De amor y de sombra no es una simple historia de amor, es también las desgracias, sufrimientos, abusos, injusticias que cientos de familias chilenas soportaron durante la dictadura militar de Pinochet. Y aunque esas cosas nunca se las llevará el viento es bueno contarlas de vez en cuando para que el viento las desparrame a lo largo y ancho de nuestra América y para que el nunca más se instale en los pechos y en la mente de cada latinoamericano.
Irene, la protagonista femenina, es un personaje que resulta y resultará entrañable aún después de cerrar la última página del libro. Irene es una chica más, como pudo ser cualquiera de las chicas de su época, una reportera que nunca imaginó entrar en contacto con una realidad que se silenciaba a gritos: la dictadura y sus consecuencias. De corazón generoso, curiosa y sobre todo muy aventurera, es periodista y trabaja para una revista escribiendo sobre diferentes temas de interés. Está de novia con un militar pero sin lugar a dudas está muy lejos de esa mentalidad castradora. Irene se muestra tan diametralmente opuesta a todo lo que conlleva ese gobierno de facto que justamente desde ese quiebre se genera una de las situaciones más interesantes de la trama.
Francisco Leal, el protagonista masculino, psicólogo, fotógrafo y compañero de trabajo de Irene está enamorado de ella aunque sabe que es inabordable, porque está de novia y porque el pertenecer a una familia acomodada pareciera alejarla de la simpleza y la humildad de la vida de Francisco.
Irene reprime su "deseo" de ver la realidad política de su país hasta que esa realidad la encuentra y la avasalla cimbrando sus cimientos. Irene es una especie de negadora aunque no cae nunca, sin embargo, en el extremo de desear, como lo hace su madre Beatriz, la represión, la jerarquía, la explotación y el avasallamiento.
Francisco es un muchacho que nos sorprende desde un principio. Sensible y fuera de lo común en cuanto a compromiso y solidaridad. Es un hombre de ideales claros, responsable, comprometido con la realidad de su sociedad y su época y logra, a través de su amor, mostrarle un mundo desconocido a Irene.
La relación tarda en encenderse pero cuando lo hace, arde definitivamente y los conduce a ambos por senderos que hubiesen querido nunca conocer pero cuyas actividades (el es fotógrafo ella periodista) les mostraban cada día, cada minuto.
El amor considerado como una fuerza que te lleva a recorrer cualquier camino, y la injusticia y el sufrimiento de un pueblo sometido, donde las personas sufren el maltrato y la opresión de un gobierno dictatorial se entrelazan en una trama narrada en tercera persona con la subjetividad de un narrador omnisciente que entra sin pedir permiso en las vidas de estos jóvenes y todas esas vidas sin futuro de los personajes secundarios que atraviesan las páginas de una novela que sin duda tardaremos mucho en olvidar.
La trasgresión, el dolor, la mentira, el avasallamiento, una sociedad reprimida, un grupo de represores dictando el destino de una patria que inflamada empieza a arder.
Con ternura e impecable desmesura literaria, Isabel Allende perfila el destino de Irene y Francisco como parte indisoluble del destino de un continente marcado por el delirio de un régimen inadmisible. Las injusticias sociales y la búsqueda de la propia identidad se refuerzan temáticamente de manera permanente a lo largo de las 320 páginas de la novela.
Un eslabón más del logrado universo narrativo de Isabel Allende, resultado de una lúcida conciencia histórica y una sensibilidad social sin tapujos.
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