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Dime quién soy – Julia Navarro

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Julia Navarro dedicó más de 35 años de su vida al periodismo y casi por una casualidad, en las vacaciones de verano, mientras supervisaba a su hijo pequeño,  comenzó de dedicarle un tiempo considerable a la lectura de ficción y según ella misma dice: “Para aprovechar el tiempo, leí prácticamente todo, hasta los obituarios de los diarios y de la lectura de un obituario nació mi primera novela.”
Esa primera Novela fue La hermandad de la sábana blanca a la cual le seguirían: La Biblia de barro, La sangre de los inocentes y Dime quién soy. Aunque su carrera no termina a las ya citadas le siguieron entre otras: Dispara, yo ya estoy muerto e Historia de un canalla.
Julia Navarro no quiere ser catalogada como escritora de novelas históricas y ante esa definición declara: 
"Yo me rebelo cuando dicen que escribo novela histórica. Hay otros escritores donde de verdad el peso de la historia es muy importante. Lo que pasa es que tengo una obsesión por que los escenarios a los que subo a mis personajes estén bien construidos, respondan al momento histórico que están viviendo, y a la documentación le dedico mucho tiempo. Pero para mí la historia sólo es un escenario, no quiero contarla; lo que me interesan son los personajes".
   




Sin embargo, en Dime quién soy, el rigor investigativo que sin duda es un legado de su carrera periodística,   la lleva a ser meticulosa a tal extremo con los detalles que nada se sale de lugar ni de tiempo. Nada escapa al rigor de los hechos y la novela histórica le gana la partida a cualquier otro género dentro del cual pueda catalogarse esta novela. Sin embargo, la versatilidad de su ágil prosa nos sitúa rápidamente en la piel del protagonista Guillermo Albi. 
Guillermo es un periodista madrileño que recibe la propuesta de investigar la misteriosa vida de su bisabuela, Amelia Garayoa, una mujer de la que sólo se sabe que huyó con un comunista francés, abandonando a su hijo Javier y a su esposo Santiago Carranza antes de que estallara la Guerra Civil Española. 
Esta es la excusa que sirve de base anecdótica a Julia Navarro para hacer un repaso sobre los acontecimientos y personajes importantes del siglo XX, desde la Guerra Civil Española hasta la caída del muro de Berlín, pasando por la Segunda Guerra Mundial y la guerra fría.
Sin lugar a dudas Amelia Garayoa se convierte en la protagonista indiscutible de la historia. Una historia contada por las diferentes personas que en el pasado han tenido contacto con Amelia y que Guillermo, su bisnieto va entrevistando. Las entrevistas se suceden como una suerte de rayuela que coloca a Guillermo en el casillero exacto de la historia junto a los protagonistas que la vivieron y lo obliga a deambular de un lado a otro del mundo siguiendo el derrotero de su bisabuela. 

El estilo es simple y el lector se desplaza por sus páginas como invitado a presenciar un espectáculo que atraviesa por escenarios tan variados y controvertidos como atrapantes y sugerentes. Sin embargo resulta poco creíble el planteamiento formal de la historia. No es del todo creíble que un personaje de la envergadura de Amelia haya pasado inadvertido para sus descendientes aunque estos estén representados por la rama familiar menos allegada a Amelia. Tampoco es verosímil  que de golpe Guillermo se transforme en el  Teseo que siguiendo el hilo de Ariadna de la historia y sus protagonistas devele un secreto familiar respondiendo a la pregunta que da título al libro:  ¿quién fue realmente Amelia Garayoa? En realidad descubriremos que todos en la familia sabían quién era hasta que de golpe parecen no saberlo. Por eso tampoco resulta viable que Guillermo se encuentre con los personajes exactos para re-armar cada pasaje de la vida de su bisabuela y menos si tenemos en cuenta que las mismas personas que le encargan las investigación son aquellas que lo conectan con las personas exactas de acuerdo al tramo de vida de Amelia que va  investigando. ¿Para qué? Nos preguntamos esa pérdida de tiempo de Guillermo, si ellas mismas podrían haber charlado con esas personas sin necesidad de tantos viajes y de tanto dinero gastado a manos sueltas.
Si atendemos al  punto de vista técnico y en relación a esas personas que cuentan la vida de Amelia,  es bastante poco posible que aquellos que convivieron con Amelia puedan transcribir conversaciones palabra por palabra y puedan incluso dar detalles de momentos que no vivieron más que por compartir con Amelia un país o una ciudad sobre todo porque muchos de ellos cuentan incluso situaciones  que ni siquiera vivieron de forma directa.  
El uso de la tercera persona focalizada en estas transcripciones resulta poco apropiado desde lo técnico y quizás la excusa para armar la historia podría haberse planteado desde otra perspectiva, desde un motivo más creíble que el de la propia familia.
Sin embargo, debemos reconocerle a Julia Navarro su capacidad para generar personajes y personalidades que no solo son coherentes a lo largo de toda la historia, lo cual no resulta fácil en la práctica, sino que son actores que fascinan y atrapan. 
Los hombres que han pasado por la vida de Amelia, sus amigas, sus primas, todos los que comparten escenario con la protagonista central, son dignos representantes de una puesta en escena de las más ambiciosas de la autora no solo por la extensión (más de 1000 páginas) sino por la amplia franja de años durante la cual se extiende.  




No resultan sin embargo tan creíbles los personajes que forman parte del presente de la narración. Guillermo no es más que un periodista de poca monta, y aunque él mismo se autodenomina periodista en realidad solo  se dedica a reseñar libros y no tanto al periodismo. Guillermo mismo no termina de mostrar de qué lado de la vida está ni siquiera toma la empresa de investigar la vida de su bisabuela con la pasión que se espera de un personaje que será el encargado de tomar de la mano al lector y conducirlo por donde él mismo circulará. La madre de Guillermo solo aparece para sostener la idea de un hijo tan o más insustancial de lo que él mismo se presenta y resulta la mayoría de las veces prescindible su intervención. Las ancianas, familiares de Guillermo, que le encargan la investigación solo reclaman urgencia debido a su avanzada edad y resulta también extraño que conociendo ellas mismas la historia que Guillermo va desovillando inviertan montones de dinero en resolver tan solo el enigma del final de los días de Amelia que de alguna manera es el epílogo esperado que no voy a develar pero sí les diré que encaja a la perfección el tono y la gran profusión de matices que pintaron la vida de Amelia Garayoa. 
En cuanto a la ubicación temporal y los escenarios está tan bien armada como si de calcar la realidad se tratara, lo cual unido al buen manejo de los personajes y la prosa ágil y desembarazada de frases rimbombantes o ampulosas, hacen de Dime quién soy una novela amena y, salvando los escabrosos detalles técnicos que a quienes puntualizamos en ello nos hacen ruido, su lectura no defraudará a la mayoría y aunque dejará insatisfechos en cuanto a calidad literaria a muchos siempre queda el consuelo de haber pasado buenos momentos en compañía de un libro que por sus dimensiones impone respecto.

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